No podemos olvidar que, además de la riqueza que en la Iglesia tenemos de la Palabra de Dios, nuestro centro está en Jesús Eucaristía. "No
se puede pensar en reemplazar la santa Misa dominical con celebraciones
ecuménicas de la Palabra o con encuentros de oración en común con cristianos
miembros de dichas Comunidades eclesiales, o bien con la participación en su
servicio litúrgico. Estas celebraciones y encuentros, en sí mismos loables en
circunstancias oportunas, preparan a la deseada comunión total, incluso
eucarística, pero no pueden reemplazarla" (San Juan Pablo II en Eclesia de Eucharistia 30).
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