Nuestro Señor dijo en la Biblia: «El que a mí viene, no le echo fuera» (Juan 6,37). La verdadera fe nunca queda sin recompensa. Nadie jamás ha confiado en Dios en vano si tiene una fe auténtica que debe tener tres cosas: conocimiento, creencia y confianza. Todo pecador que se ha arrepentido de sus pecados, que se ha reconciliado con Dios en el sacramento de la Penitencia y que ha puesto su fe en Jesucristo, alcanza la salvación.
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