En la iglesia Católica, el servicio de fidelidad a la Palabra de Dios, queda visiblemente garantizado por el Espíritu Santo a través de un órgano especial: el Magisterio de la Iglesia. Su función es la de ser guía unificadora de la comunidad creyente estimulando, armonizando, orientando y haciendo fructífera la Palabra de Dios en el hombre.
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