He tenido, para mi lectura espiritual de estos días en Roma, un libro pequeño que me ha encantado, se llama «EN TI ME SIENTO SEGURO» que habla del abandono en las manos de Dios y que además tiene solamente 90 páginas que se pueden leer poco a poco y saboreándolas, antes de que el día termine.
El abandono es una realidad central como tal, y más en un consagrado, como yo y como tantos otros que estamos participando esta semana en encuentro internacional "Vida Consagrada y Comunión" con el que se clausura, aquí en Roma y en el mundo entero, el año de la Vida Consagrada, pero, es un tema que seguro captará la atención de quien empiece a hojear este pequeño librito.
Tal vez esperamos siempre que un carmelita coloque el tema de la oración en el centro de sus reflexiones, así lo hicieron los tan conocidos y admirados Teresa de Avila y Juan de la Cruz; pero otra hermanita famosa del Carmelo y además doctora de la Iglesia, Teresita de Lisieux, vivió totalmente fascinada por este tema del abandono: "Ahora sólo el abandono me guía, no tengo otra brújula. Ya no puedo pedir nada con ardor, excepto el cumplimiento perfecto de la voluntad de Dios sobre mi alma".
En la vida espiritual, necesitamos una idea central: algo tan básico e integral que abarca todo lo demás. Según el autor, el padre Carmelita Wilfrid (Giorgio) Stinissen, que nació el 10 de enero de 1927 y murió el 30 de noviembre de 2013, entregarse a Dios, abandonarse a Aquel que nos ama completamente, es la realidad central de nuestra existencia.
Jesús se complace en enseñarnos el único camino que conduce a la divina hoguera del amor, y lo hace mostrándonos lo que es el abandono. Este camino del que confiado duerme sin miedo en brazos de su padre como lo haría un niño pequeño. La vida del Señor nos muestra la centralidad del abandono, ya que es realmente el principio y el final de su misión en la tierra.
En este libro sencillo pero profundo, el padre Stinissen deja una muy buena herencia distingue tres grados o etapas de abandono. La primera etapa consiste en la aceptación y el aceptar la voluntad de Dios tal como se manifiesta en todas las circunstancias de la vida. La segunda, es hacer activamente la voluntad de Dios en cada momento de la vida de uno. En la tercera etapa, el abandono a Dios es tan completo, que ha convertido al creyente en una herramienta en manos de Dios. En esta etapa ya es uno quien hace la voluntad de Dios, sino Dios, que lleva a cabo su voluntad a través de la persona.
Wilfried Stinissen,
"En Ti me siento seguro",
Ed. Librería Parroquial,
México,
90 páginas.
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