Hoy, dentro de este marco de la Cuaresma, en el Año de la Fe y ante un próximo Cónclave para la elección de un nuevo Papa, quiero detenerme con mis 5 seguidores, a escuchar el salmo 126, una de sus obras religiosas más conocidas y más de mi gusto.
Los salmos tienen una belleza poética singular y por lo mismo, han sido fuente de inspiración para muchos. Por principio hemos de recordar que sabemos a ciencia cierta quién o quiénes fueron los hombres inspirados por Dios que compusieron los salmos, aunque varios se atribuyen al rey David. Lo cierto es que el texto original hebreo que llegó hasta nosotros en lo que llamamos «texto masorético» es sustancialmente igual al que salió de las manos de los autores inspirados, aunque podría haber diferencias accidentales, debidas a transcripciones erróneas, añadiduras, acomodaciones hechas por motivos musicales o para el uso litúrgico, etcétera. Por otra parte tenemos el texto latino en la "Vulgata", que nos ha llegado de la versión griega llamada «Septuaginta» o de los LXX.
Estas mismas causas hacen que me detenga a compartir una explicación, que en principio nada tiene que ver con la obra de Vivaldi, pero, que nos llevará a entender el hecho de encontrar diferencias de numeración en los salmos en la Biblia y en los libros litúrgicos como la Liturgia de las Horas, los Rituales y los Leccionarios y que nos ayuda a comprender que a veces queremos buscar obras musicales de grandes compositores sobre los salmos y no sabemos por qué no coinciden, como en este caso del salmo 127 (126).
En la mayor parte de las Biblias —aunque hay excepciones— se sigue el criterio mantenido por la Nova Vulgata promulgada por el beato Juan Pablo II, de numerar los Salmos con la numeración hebrea, seguida de la numeración griega-latina entre paréntesis. Así, por ejemplo, el conocido salmo «Miserere» es el Salmo 51 (50), y el Salmo 23 (22) es el no menos célebre «El Señor es mi pastor». Pero, aunque se tiende actualmente a usar más la numeración hebrea, la Iglesia Católica —por alguna razón desconocida por mí— en la Liturgia sigue usando sólo la numeración de la Biblia griega y latina. Esto significa que en los Calendarios Litúrgicos, en el Misal, en los Leccionarios, en la Liturgia de las Horas, en los Rituales, en el Pontifical, etc., cuando se citan salmos, se citan solamente según dicha numeración. Así, por ejemplo, si buscamos en un Calendario Litúrgico o en el Leccionario, el Salmo Responsorial del Miércoles de Ceniza, encontramos "Salmo 50" (el ya mencionado Miserere: "Ten piedad, Señor, porque hemos pecado"); si buscamos el Salmo Responsorial del Cuarto Domingo de Pascua del Ciclo A, encontramos "Salmo 22" ("El Señor es mi pastor, nada me puede faltar"). A la inversa, si la cita dice por ejemplo "Salmo 103" (Salmo Responsorial del Domingo de Pentecostés), estamos seguros de que se refiere al salmo que en la Biblia figura como 104 (103).
Así pues, después de este enredo sálmico, nos detenemos en el Salmo 127 (126) en la obra maravillosa que realizó Vivaldi. A lo largo de su vida, el cura rojo puso música a un buen número de Salmos, creando algunas de sus obras sacras más notables: Dixit Dominus, Laudate pueri Dominum, Beatus vir, Nisi Dominus, Domine ad adjuvandum, Confitebor tibi Domine, In exitu Israel, Laetatus sum, etc., de algunos de los cuales compuso más de una versión.
Lo que ahora invito a escuchar es una adaptación que hizo del texto del Salmo 126, del que, como sucede con otras obras, en el catálogo de Vivaldi, existen varias versiones de él.
El «Nisi Dominus» fue compuesto alrededor de 1717 y es un auténtico regalo para la voz, con momentos de gran belleza. Igual de espléndido es una de las arias más increíbles llamada "Cum dederit dilectis", de hipnóticas sonoridades. También vale la pena destacar la parte más llamativa de esta composición, que es el "Gloria Patri", con una cadencia marcada por un bellísimo acompañamiento a la voz por parte de la viola de gamba, pero, ciertamente los otros números de esta obra no desmerecen en intensidad y vale la pena escucharlos.
De manera intermitente, y con diferentes cargos, Vivaldi estuvo dedicado al hospicio veneciano Santa María della Pietà prácticamente de 1703 a 1739. Entre 1713 y 1718 fue maestro de coro y principal suministrador de piezas vocales del Ospedale, lo que dio pie a que pudiera componer música para la célebre institución benéfica. Los encargos le eran solicitados a Vivaldi también de otros lugares tan prestigiosos como Dresde o Praga.
No hay mucho que comentar de esta obra. Transcribo en latín el salmo que podemos encontrar en nuestras biblias, esto para que sea fácil identificar las partes de esta obra maravillosa:
1 Nisi Dominus ædificaverit domum, in vanum laboraverunt qui ædificant eam.
2 Nisi Dominus custodierit civitatem, frustra vigilat qui custodit eam.
3 Vanum est vobis ante lucem surgere : surgite postquam sederitis, qui manducatis panem doloris. Cum dederit dilectis suis somnum,
4 ecce hæreditas Domini, filii ; merces, fructus ventris.
5 Sicut sagittæ in manu potentis, ita filii excussorum.
6 Beatus vir qui implevit desiderium suum ex ipsis : non confundetur cum loquetur inimicis suis in porta.
Dejo algunos videos para escuchar esta obra:
Estimado Alfredo,
ResponderBorrarJunto con saludarte y felicitarte por tu blog, te cuento que llegué acá buscando información sobre esta magnífica obra de Vivaldi, que considero una de mis favoritas por su belleza musical y por el misticismo que transmite . Te saludo cordialmente y felicito nuevamente,
Claudio Jofré
Santiago de Chile
SudAmerica
excelente, gracias por ilustrare.
ResponderBorrarAlfredo, soy amante de la mùsica barroca , en especial de Vivaldi, quien con sus magníficas obras nos acerca de manera sublime a nuestro creador, así buscando dí con tu blog que me ha encantado,
ResponderBorrarFelicidades!
Gracias por compartir...
Antonella
Padre Alfredo,
ResponderBorrarSoy amante de la musica barroca y muy en especial de Vivaldi,y así buscando dí con su blog..
Què delicia como catòlica y melòmana estoy encantada con el hallazgo!
Gracias por compartir que lis bienes espirituales son los ùnicos que se multiplican mientras màs damos...
Que Dios lo bendiga,
Antonella