Bela Bartók (Nagyszentmiklós, Imperio austrohúngaro —actualmente Sânnicolau Mare, Rumanía—, 25 de marzo de 1881-Nueva York, 26 de septiembre de 1945) es uno de los compositores del siglo XX cuya memoria musical no solamente permanece, sino que se asienta cada día con más fuerza.
El Concierto para orquesta, Sz. 116, BB 123, es una composición musical para orquesta sinfónica en cinco movimientos que fue escrita por el compositor húngaro Bela Bartók en el año de 1943 y que ahora quiero compartir.
Esta es una de las obras más conocidas y más populares de Bartók. Consta de cinco movimientos, y debe su nombre a que con frecuencia un instrumento (o un grupo de ellos) se opone, como solista, a la orquesta. Esta composición de Bartók es quizá la más conocida de las obras que llevan el contradictorio título de Concierto para orquesta. Esto contrasta con la forma convencional del concierto, que cuenta con un instrumento solista y acompañamiento orquestal.
Bartók, dijo que denominó a esta pieza concierto en lugar de sinfonía por la forma en que cada sección de instrumentos se trata de una manera solista y virtuosa.
A partir de su estreno en el Carnegie Hall de Nueva York el 1 de diciembre de 1944 con la Sinfónica de Boston dirigida por Serguéi Koussevitzky. El célebre maestro llegó a afirmar en un derroche de entusiasmo que esta era «la mejor composición orquestal de los últimos 25 años». La obra fue un éxito y a partir de ese momento la popularidad del compositor creció considerablemente, extendiéndose poco a poco a toda su producción. Lástima que Bartók tenía ya a esas alturas de su vida los días contados.
La fascinación por el compositor no ha dejado de aumentar y se extiende a los campos más variados. Dos ejemplos: Kubrick ha utilizado algún fragmento musical de Bartók en su cine para resaltar las atmósferas de misterio y nocturnidad; Amenábar ha mantenido conversaciones para ver la posibilidad de poner en escena la excelente ópera El castillo de Barba Azul.
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