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miércoles, 22 de febrero de 2017
Cápsula Bíblica 2194
En el Antiguo Testamento «heredar» podía significar recibir algo por bondad de Dios, sin esfuerzo propio; por ejemplo, recibir en herencia la tierra de Canaan. También en sentido figurado, heredar pudiera significar recibir algo como consecuencia de las propias actitudes: heredar gloria, castigo, etc. Israel es herencia de Dios, es decir, Dios tiene derecho sobre Israel como algo muy suyo. También Canaán lo es: Dios tiene lazos especiales con la tierra que dio a su pueblo. En el Nuevo Testamento, como hijos de Dios, somos herederos, es decir vamos a recibir de nuestro Padre lo que él nos prometió; el todo es no rechazarlo con nuestro modo de vivir. En griego lo que se recibe en herencia se llama clero. En 1 Pe 5, 3 se denomina así «clero» a la comunidad confiada a los presbíteros: los cristianos son «herencia» de Dios, y Dios es su «heredad». Lástima que, con el tiempo, el nombre clero quedó reservado a un grupo dentro de la comunidad, que es la jerarquía de la Iglesia.
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