domingo, 19 de febrero de 2017

«Quasi una fantasia. Cuarteto n.º 2 Op. 64»... Música de un compositor católico de nuestros tiempos

El compositor polaco Henryk Górecki (1933-2010) es uno de los compositores contemporáneos más reconocidos en la actualidad. Desde 1992 se han vendido más de un millón de discos de grabaciones de este músico, resultando su Tercera sinfonía la obra más conocida y que ya he comentado en este blog. Sin embargo, en México es poco conocido y esta falta de interés puede deberse a que se haya tratado de un fenómeno comercial anglosajón principalmente, con poca repercusión en los países de habla hispana. Estamos ante un compositor que Henryk nunca ocultó su orientación religiosa católica. El catolicismo para los  polacos ha sido casi una seña de identidad nacional, teniendo en cuenta la gran cantidad de gobiernos extranjeros que invadieron y sometieron al país, además de lo variable de sus fronteras a lo largo de los siglos.

Poco hay en español de este compositor sensacional. La monografía más completa sobre la música de este compositor polaco es el libro «Górecki» publicado en 1997 y escrito por Adrian Thomas, profesor en la Cardiff University (Wales, UK). Según se indica en la contracubierta de ese libro, «se trata ésta de la primera monografía en cualquier lengua dedicada a la obra del compositor» lejano y desconocido para muchos de los latinoamericanos. Tal vez la forma más fácil de acercarnos a él sea a través de su música religiosa, como el Himno «Totus Tuus» compuesto para la Virgen María y dedicado a san Juan Pablo II y del que al final de esta entrada dejo un viedo.

Sin embargo, yo quiero hablar ahora un poco de una de sus obras para cuerdas: «Quasi una fantasia. Cuarteto n.º 2 Op. 64», compuesta entre los años 1990-1991, una pieza musical en la que destaca la intención de Górecki de pulsar fragmentos melódicos que van aumentando en intensidad de la misma manera que el oleaje voltaico de la Tercera Sinfonía que crece hacia lo sublime.

Mucho más largo que el cuarteto n.º 1, este se tarda más de 30 minutos para llevar a cabo y se compone de cuatro partes. Se basa claramente en la popular música de las tierras altas de montaña Tatra y nos regala una música un tanto agresiva, casi brutal en el sonido de sus repeticiones obsesivas de motivos. Las tensiones cortantes de la segunda sección sólo se aplacan en parte por el sonido triste, pero todavía en bruto de la arioso de la tercera parte; es sólo la coda que trae paz y consuelo.

Toda la parte final de esta obra es —me parece a mí en lo personal— lo más interesante de esta pieza. Se inicia con una música un tanto vigorosa que se asemeja a las primeras obras impetuosas del compositor, y está plena de la energía pura de la música de las tierras altas de Tatra. Curiosamente, Gorecki alude aquí al musical West Side Story de Leonard Bernstein, una obra que había estado cerca de su corazón desde que vio su versión de la película en París en 1963. Introduciendo esta alusión fue su homenaje espontáneo a aquel compositor, que murió mientras Gorecki estaba trabajando en este cuarteto.

La danza rítmica vigorosa de esta parte final se interrumpe —bastante inesperadamente— para abrir una calma con una coda ligeramente sombría mirando hacia atrás a la atmósfera de los movimientos lentos, y de esta manera resume la composición. Mucho más importante para este cuarteto son sus referencias a la música de Beethoven y el uso de los llamados acordes de Beethoven, la estructura formal del conjunto, así como el subtítulo, tomado de una de las sonatas para piano de ese compositor: «Sonata quasi una fantasia», también conocido popularmente como Claro de luna.

Por último llega una enigmática referencia al himno de Navidad Silent Night. La pieza se cierra con una combinación de la pulsación baja de la apertura y una tríada sostenida plana derivada de la coral. Las transformaciones y re-combinaciones de materiales a lo largo de este cuarteto son de hecho magistrales, dignas de su homenaje. ¡Escuchen y gocen esta música contemporánea!



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