domingo, 26 de abril de 2020

Cápsula Bíblica 3337

Uno de los más antiguos y renombrados manuscritos de la Biblia Vulgata (que es la traducción al latín de la Biblia) se halla en la Biblioteca de Munich: el “Codex Aureus” del 870, encuadernado en tapa de oro y adornado con numerosas pinturas a mano e iniciales finísimas. Fueron los monjes benedictinos quienes durante la edad media se dedicaron a la sublime tarea de copiar los textos sagrados. Dice ya Casiodoro que el copiar los “escritos divinos” es de todas las obras la mejor; y el Ritual de la Iglesia medioeval tenía una bendición especial para el “Scriptorium”, el lugar donde los monjes incesante y abnegadamente daban sus mejores fuerzas de cuerpo y alma a los manuscritos que hoy todavía estamos admirando por la perfección y delicadeza de sus letras y pinturas. Eran escritores tan sin vanidad, que en general no dejaban ni siquiera su nombre, sino que simplemente, acabada la obra, escribían en la última página las humildes palabras: «Rogad por el amanuense, a fin de que Dios le perdone sus pecados».

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