En la época que nos ha tocado vivir, todo va muy de prisa, pasamos por las cosas sin habitarlas, hablamos con los demás sin escucharlos, Acumulamos información en la que no llegaremos a profundizar. Todo transcurre aún galope ruidoso, vehemente y efímero. La velocidad a la que vivimos nos impide vivir. Precisamos de una lentitud que nos proteja de las precipitaciones mecánicas, de los gestos ciegamente compulsivos, de las palabras repetidas y banales. Necesitamos reaprender el aquí y ahora de la presencia, necesitamos reaprender lo entero, lo intacto, Lo concentrado, lo atento y lo uno.
En medio de esta pandemia que a muchos nos mantiene confinados en casa, he leído algunos libros que tenía en la biblioteca como «pendientes» de leer. Y tocó el turno a este libro de José Tolentino Mendonga en el que nos invita, en unas cuántas páginas a explorar la lentitud, el agradecimeitno, el perdón, la espera, el arte de cuidar y habitar, la perseverancia, la compasión, la alegría, el deseo y el arte de no saber. Me ha venido muy bien leerlo en estos días en los que uno ve que a partir de esta terrible situación el mundo habrá de ser otro.
El autor expresa su anhelo con respecto al futuro de la humanidad: que habitemos, contemplemos y nos asombremos de cada uno de nuestros actos.
José Tolentino Mendonga,
"Pequeña Teología de la Lentitud",
Ed. Fragmenta,
Barcelona 2018,
74 páginas.
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