Estamos viviendo intensamente este jubileo extraordinario de la Misericordia al que el Papa Francisco, con gran entusiasmo ha convidado a toda la humanidad, creyentes y no creyentes. Me encontré, hace apenas unos días, un librito que devoré en dos instantes, pues son solamente 49 páginas de un vocabulario delicioso y escrito en prosa en las que el autor, André Gide (París; 22 de noviembre de 1869 – París; 19 de febrero de 1951) fue escritor francés y premio Nobel de Literatura en 1947 comenta la parábola del Hijo Pródigo (Jn 15,11-31).
En «El regreso del hijo pródigo» (Le Retour de l'Enfant prodigue, 1907) —considerada una de sus mejores obras y, según él, se asemeja más a un poema que ninguna otra cosa— Gide narra y analiza la parábola en un estilo muy particular. La historia de esta parábola tan conocida y tratada por otros, incluso con el mismo nombre, se nos antoja en este mini-libro como algo totalmente real. Aquí se atisba la naturaleza humana, se deja ver un sincero reflejo de nosotros mismos en los personajes, incluso en los que Gide coloca en la trama y que no aparecen en la parábola evangélica. Este libro es la respuesta al "En ese caso ¿yo qué haría?" Y sí, eso haría. Es la historia de un regreso o, mejor dicho, la historia del fracaso de una huida... Dilapidada su fortuna, rotas sus esperanzas, el hijo pródigo vuelve a casa y, arrepentido, se somete definitivamente. Pero en aquel abandono de la casa paterna hay una parte de sueño que se queda. Este sueño, otro, su hermano, sabrá utilizarlo para romper definitivamente sus ataduras.
Gide desarrolla esta parábola evangélica con cierta libertad de interpretación, pero sin abandonar el tema principal. El autor revive cada uno de los personajes. De esta manera, nos deja ver cómo el hijo pródigo abandona la casa paterna en busca de libertad y felicidad, sin encontrarla, incluso sin poder conservar la embriaguez que podría sustituir y saciar la sed de su alma. Al regresar a casa, derrotado y desolado, su padre lo recibe efusivamente, no así el hermano mayor que ha llevado una vida "ejemplar", no faltando a sus deberes. El hijo pródigo, después de la fiesta con que es recibido, entabla graves coloquios con cada uno de sus familiares, en cada conversación su historia es examinada desde distintos puntos de vista. Su anciano padre lo comprende en vez de reprocharlo; en cambio, el hermano mayor es más rígido y lo cuestiona, cosa que irrita al pródigo y llena de dudas, pero encuentra el consuelo en alguien más al confesarle éste que su regreso se debe a que no encontró la anhelada libertad; más tarde se encontrará con alguien menor que él, quien ha decidido partir, intentando conseguir lo que el pródigo no consiguió, ¿será más fuerte para lograrlo?
Vale la pena leer «El regreso del hijo pródigo», que, además, está considerado como una joya, una verdadera obra maestra de la literatura. Es un librito de una emoción continua y donde se hallan el peso del sufrimiento y las ternuras mas hondas. Es un libro del debió ser, no del es. Se parte de un pasaje evangélico y el autor crea, o recrea, los personajes y el decorado amplio muy a su estilo... y al nuestro.
André Gide,
"El regreso del hijo pródigo",
Ed. Fontamara,
México 20122,
49 páginas.
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