jueves, 1 de septiembre de 2016

Cápsula Bíblica 2020

La Biblia nos enseña que el espíritu amargo contamina a otros. En uno de los pasajes más penetrantes de la Sagrada Escritura, el autor de la Carta a los Hebreos exhorta: “Miren bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, les estorbe, y por ella muchos sean contaminados” (Heb 12,15). La amargura nunca se queda sola en casa; siempre busca amigos. Por eso es un pecado muy contagioso. Si no la detenemos puede llegar a contaminar a toda una comunidad, un grupo o a toda una familia.

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