domingo, 24 de febrero de 2019

Cápsula Bíblica 2910

Es siempre necesario que el Magisterio cumpla con el servicio de explicarnos el sentido de la Palabra de Dios, como lo hizo Felipe al eunuco (ver Hch 8,26ss). Creemos que la Biblia dice la verdad, nadie en la Iglesia niega eso, pero esa verdad, por su misma riqueza y profundidad, no siempre es clara y evidente para todos. La Biblia lo dice. El eunuco no era ningún ignorante, tenía el texto revelado en la mano y lo escudriñaba como Jesús lo había mandado. Sin embargo, cuando Felipe le pregunta: —¿Comprendes lo que lees?—, él responde: —¿Cómo voy a entender si nadie me lo explica?— La experiencia lo demuestra. Los fundamentalistas bíblicos afirman que la Biblia dice la verdad. Pero el caso es que ellos mismos no se pueden poner de acuerdo en cuál es esa verdad. Si la conocieran no estarían divididos en multitud de comunidades. La unidad tan querida al corazón de Cristo es imposible si no hay alguien con autoridad que sirva a esa unidad. Esa autoridad le viene dada a la Iglesia y ella lo ejerce por su Magisterio.

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