He compartido con ustedes ya en otras ocasiones, como me apasiona la música clásica mexicana, y en especial toda la que tiene aires de nacionalismo, como la música de Arturo Márquez —mi compositor mexicano favorito—, Carlos Chávez, Candelario Huizar y otros más entre los que destaca, indudablemente, Silvestre Revueltas (1899-1940) quien ahora comparto una de sus obras: «REDES», una música compuesta para una de las indiscutibles obras maestras del cine mexicano, codirigida por dos personalidades disímiles, en aquel entonces recién llegadas al mundo del séptimo arte: el austríaco Fred Zinnemann (1907-1997) y el mexicano Emilio Gómez Muriel (1910-1985). La película fue producida íntegramente por la Secretaría de Educación Pública (SEP) y representó la consolidación de un programa de fomento cinematográfico impulsado por el gobierno de Lázaro Cárdenas cuyo objetivo era hacer películas educativas de carácter semidocumental para «movilizar una conciencia épica» en el pueblo. La idea inicial fue que la gente se identificara con lo que aparecía en la pantalla, y por ello prácticamente todos los personajes que aparecen en Redes (salvo David Valle González) eran verdaderos pescadores veracruzanos sin ninguna experiencia actoral. Así, el cine mexicano se adelantó en casi una década al uso de actores no profesionales que caracterizó al neorrealismo italiano.
En aquellos ayeres, el compositor Carlos Chávez (1899-1978) era director del Departamento de Bellas Artes de la SEP e invitó a Silvestre a componer la música que inicialmente él iba a crear, pero debido a sus múltiples compromisos administrativos se lo impidieron y por eso la tarea terminó en manos de Revueltas, quien ya había compuesto algunas de sus obras más importantes (Ocho x radio, sus cuatro Cuartetos para cuerdas, Janitzio, Esquinas, la Danza geométrica) y se perfilaba como uno de los más interesantes músicos mexicanos, pero nunca había compuesto una partitura para cine.
La partitura de «REDES» es uno de los trabajos más sólidos y preponderantes de Revueltas. Se trata de una composición compleja llena de texturas sonoras vigorosas que, debido al escaso diálogo presente en la película, termina por adquirir un papel protagónico cuya grandeza radica en que no se limita simplemente a ilustrar lo que sucede en la pantalla —como el famoso hipnótico golpe de remos emulado por las cuerdas a lo largo de la obra—, sino que trasciende las imágenes y otorga coherencia y unidad a la –por así llamarla- «psicología» de los personajes. Así por ejemplo, mientras la fascinante fotografía de Paul Strand nos muestra el agotador esfuerzo de los pescadores trabajando, la inquietante música de Silvestre Revueltas nos hace palpable la furia contenida ante el abuso y la injusticia.
En una época en que la música compuesta expresamente para las películas sonoras avanzaba con pasos un tanto torpes e inseguros, Revueltas se mueve con inusitado desenvolvimiento a través de las imágenes y hace entrega de una briosa partitura cinematográfica de indudable riqueza. En el 2017 tuve la oportunidad de verla ejecutada en vivo por la Orquesta Sinfónica Nacional y con la proyección de la cinta en la majestuosa sala de Bellas Artes en la Ciudad de México.
Escuchen y deleiten sus oídos con esta bellísima obra:
Si por curiosidad quieren ver la película, aquí está:
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