Sobre María hay —felizmente— muchos libros. Pero pocos de estos hablan sobre su alegría como Madre, como mujer, como primera cristiana, como aclamada por quien en público exclamó, «¡Dichoso el seno que te llevó!», como testigo primero y privilegiado de la resurrección, y como agraciada en Pentecostés con la lengua de fuego del Espíritu. La alegría de María es causa y modelo de la nuestra, y el recordarla y vivirla con sencillez animará nuestras vidas. «¡Mi espíritu se regocija en Dios mi salvador!»
Esta faceta de la alegría marcó la vida de la Santísima Virgen. Esto queda manifiesto en el saludo del ángel, en el canto del Magníficat, en las bodas de Caná y en el seguro encuentro con su Hijo resucitado.
El autor del libro, uno de mis favoritos en la linea de espiritualidad encarnada en la vida diaria, recobra el equilibrio entre la «Madre dolorosa» y la «Causa de nuestra alegría» que invocamos en nuestra letanía, y que es hora aprendamos a sentir en nuestra vida.
En el libro, como un dato curioso, el autor revela su nombre completo que pocos conocen: Carlos María Gutiérrez Vallés.
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Carlos G. Vallés,
"Virgen de Santa Alegría",
Ed. PPC,
Madrid
147 páginas.
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