domingo, 26 de agosto de 2012

«PRÍNCIPE Y MENDIGO»... Un libro de Mark Twain para todas las edades

Hay libros que a primera vista, podría creerse que son novelas históricas. Eso puede sucereder con el libro que recomiendo ahora: «Principe y Mendigo», de Samuel Langhorne Clemens, mejor conocido como Mark Twain, cuyo desarrollo se sitúa a mediados del siglo XVI, en la corte de Enrique VIII y en las calles de Londres. Poro los hechos relatados jamás ocurrieron en Inglaterra, aunque están tratados en forma realista.

Es muy interesante leer esta obra que en principio, estaba pensada para un público infantil, y el propio Twain quiso probar la eficacia del manuscrito leyéndoselo a sus hijas. Está en la colección de libros «juveniles» pero, sabemos que aún para los adultos, intercambiar durante un tiempo la existencia propia con la de un extraño ha sido una vieja aspiración humana que aún hoy sigue alimentando la ficción y alguno que otro reality show en la televisión... Y, en efecto, la historia del muchacho pobre que se convertía en rey, mientras el verdadero príncipe aprendía humildad y misericordia entre la gente miserable, podía haber sido una de las invenciones que Tom Sawyer contaba a sus amigos o un buen guión de novela del canal de las estrellas. Pero Mark Twain no quiso quedarse ahí. En esta obra pueden rastrearse algunas de las preocupaciones constantes del autor, tales como la superioridad de la democracia sobre los caducos regímenes antiguos, o su obsesión por el parecido y el desdoblamiento de personalidad.

En "El príncipe y el mendigo" Twain utiliza a dos niños para mostrar las injusticias sociales y la crueldad de las leyes impuestas por los poderosos. Así, la historieta dnarra que en un mismo día nacieron dos niños; uno sería el príncipe Eduardo Tudor, el heredero ansiosamente esperado de Enrique VIII y el otro, un niño mísero que nadie deseaba: Tom Canty. Este último, en medio de la más atroz pobreza, soñó durante años con príncipes, hadas y castillos encantados. Tanto, que, a pesar de su miseria, se las arreglaba para jugar a que era un príncipe, transformando a los miembros de su pandilla en caballeros y cortesanos.

Una casualidad hace que Eduardo Tudor —quien a su vez soñaba con liberarse del protocolo de la corte— conozca a Tom. Ambos niños deciden, por juego, intercambiar sus papeles durante un día. Pero los hechos se desencadenan de tal modo que no logran recuperar sus verdaderas identidades. Esto permitirá que el príncipe conozca todas las humillaciones, crueldades e injusticias a que están sometidos sus súbditos. Y que Tom, a su vez, conozca la falta de libertad que sufren los poderosos y su imposibilidad para gobernar con justicia.

La obra, así, tiene entonces dos protagonistas, ya que se desarrolla en dos historias paralelas, en contrapunto. Uno es Tom Canty, el niño pobre, y el otro Eduardo Tudor (que históricamente reinaría como Eduardo VI, entre 1537 y 1553). Ambos niños son físicamente iguales y ambos, pese a su distinta educación, tienen los mismos valores morales: son justos, leales, nobles. Simbolizan el pensamiento de Mark Twain de que todo niño es puro.

Los personajes secundarios también se dividen en históricos y ficticios. Son históricos —aunque sus actuaciones sean inventadas por el autor— Enrique VIII y sus dos hijas: María (que reinaría como María I) e Isabel (que regiría Inglaterra como Isabel I). Igual cosa ocurre con Juana Grey, sobrina de Enrique VIII, y algunos nobles caballeros de su corte. Personajes ficticios son el padre, la madre, la abuela y las dos hermanas de Tom. Pero ¿qué ocurrirá cuando el príncipe quiera recuperar su identidad y reparar sus errores?...

Señalar a Mark Twain como uno de los escritores más talentosos del mundo no forma parte de una exageración ni responde a un punto de vista personal. Dicha apreciación está fundamentada en el éxito y la trascendencia que ha conseguido, a lo largo del tiempo y a nivel mundial.

Recomiendo pues ahora esta novela, que sin ser totalmente histórica en cuanto a la situación que presenta, si explica de algún modo el reinado justo que tuvo Eduardo VI, situándolo históricamente rodeado de personajes reales y dándole dando tangibilidad a la historia. Además de ello, es una buenísima lectura que resalta los valores clásicos de honestidad, lealtad y familia. Premiando el trabajo y afirmando que aquellos que tienen algo de lo que arrepentirse, tarde o temprano les llegará el momento.

Esta novela tiene mucho que aportar y merece la pena leerla o releerla y descubrir los hechos reales y la tensión que el autor es capaz de provocar en el lector. Yo la disfruté muchísimo, de hecho... por eso la recomiendo. «Príncipe y Mendigo» es una obra de escritura y formas sencillas, con un mensaje concreto e importante. Es verdad que su época se va quedando cada vez más en el pasado, pero para miles de nosotros todavía sus palabras deben escucharse.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario