La suite para piano «IBERIA», escrita por el compositor español Isaac Albéniz, es una obra realizada entre 1905 y 1909 (fecha de la muerte del compositor), y es tal vez, la más importante obra de la literatura pianística española, así como una de las cimas de la música para piano de todos los tiempos. ya que ocupa quizá el más alto puesto entre las más brillantes muestras del instrumento rey por excelencia. Les invito a escucharla esta semana y dedico este comentario a un amigo apasionado del piano en el que encontró, en plena juventud y en un piano de la Universidad, un amigo que le invitó a sentarse a dialogar y a ganar, incluso, un importante concurso de piano: ¡Adelante Alex, no dejes tu amistad con el piano!
La obra es larga y consta de cuatro cuadernos de tres piezas cada uno de los que comparto algo sobresaliente, solamente para darnos una idea de la magnitud de esta composición.
Cuaderno 1. Se interpretó por vez primera el 9 de mayo de 1906 por Blanche Selva, en versión simplificada. Ella misma fue la encargada de estrenar el resto de la obra:
Evocación. Consta de cuatro partes que recuerdan vagamente la forma sonata.
El Puerto. La pieza más corta de la colección. Hace referencia a El Puerto de Santa María, en Cádiz. En esta pieza podemos encontrar influencias claras de Debussy tanto en la sutileza armónica como en el empleo de la escala por tonos.
El Corpus en Sevilla. Es la pieza más larga del primer cuaderno y la que entraña una mayor complejidad técnica en su ejecución.
Cuaderno 2. Compuesto por tres piezas que se estrenaron en San Juan de Luz el 11 de septiembre de 1907:
Rondeña. Una pieza "saltarina"que a modo de copla, pone el contraste por su brillantez.
Almería. Una parte extraña de la obra llena de contrastes, con tonos melancólicos y alegres en alternancia, pasajes de poética ensoñación frente a otros de opulencia sonora y ritmo marcado. El final de esta pieza es bellísimo.
Triana. Una de las más divulgadas piezas de Albéniz. Una pieza de una elegancia y un señorío de la mejor ley.
Cuaderno 3. Se dio a conocer en París, en casa de la Princesa de Polignac, en 2 de enero de 1908:
El Albaicín. Pieza inspirada en ese barrio granadino que mantiene un extraordinario y original juego rítmico. Una especie de cante jondo melancólico, unas veces misterioso y otras apasionado. Es considerada por muchos la obra maestra dentro de esa gran obra maestra que es «IBERIA».
El Polo. Un espacio musical que nos invita a un ámbito mucho más sosegado que la anterior. Albéniz da en esta parte de la obra una visión desenfada y voluptuosa, sobre todo en su segunda parte, de ecos ravelianos.
Lavapiés. Pieza que evoca el popular barrio madrileño mediante un curioso ritmo de habanera en el que se entremezcla, en una ensoñación señorial y levemente melancólica, el tono castizo y chulesco propio del organillo.
Cuaderno 4. Se estrenó el 9 de febrero de 1909 en París, en la Sociedad Nacional de Música:
Málaga. De una extraordinaria dificultad rítmica que aumenta a medida que avanza la pieza.
Jerez. Una pieza controlada en su apasionamiento, de la línea más cantabile -aunque con pasajes rítmicos endiablados-, es esta pieza señorial y refinada.
Eritaña. Una de las páginas más deslumbrantes del pianismo español. Sobre unas sevillanas a moto perpetuo, se trazan imágenes que alcanzan un ritmo arrollador. Estamos ante una apoteosis de la danza. Hay color, alegría y una complejidad para el pianista verdaderamente terrible. Debussy dijo de ella: "Nunca la música ha alcanzado expresiones tan diversas. Los ojos se cierran como fatigados de haber contemplado tantas imágenes".
Simplemente invito a Alex y a todos a gozar de esta obra maravillosa de la música clásica de la madre patria.
Escúchenla en esta otra versión de Rafael Orozco Flores (Córdoba, 24 de enero de 1946 - Roma, 25 de abril de 1996) otro de los grandes pianistas clásicos españoles.
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