Una de las fuertes características de la cultura actual a nivel mundial es el consumo de bienes materiales y simbólicos. La sociedad en que vivimos es consumista y no se cansa de presentar promesas de felicidad en cosas de los más diversificados gustos: coches, ropas de marca, paquetes de viaje, electrodomésticos, cosméticos, computadoras de última generación, etc.
Muchos prueban satisfacer el deseo de felicidad llenándose de estas cosas, pero, entre más se llenan, más sienten necesidad de algo que las satisfaga, mientras que otros, agobiados por tantas cosas que no logran obtener, pierden el sentido de la vida porque no encuentran el mínimo necesario para vivir con dignidad. El exceso de bienes o su carencia casi total, entre otras consecuencias, pueden generar una crisis de sentido existencial.
Unido a esto, la enfermedad, la muerte de un ser querido; las separaciones de todo tipo, la pérdida del empleo... y en general muchas otras situaciones extremas, son capaces de llevar al ser humano a buscar un sentido más allá de las realidades en las cuales está inserto. En estos contextos existenciales y en otros, no tan trágicos, se sitúa la "espiritualidad".
Son muchos los caminos espirituales que encontramos hoy. Todas las religiones y ahora tantos movimientos esotéricos en boga (New Age) ofrecen itinerarios de los más variados colores. Frente a las innumerables posibilidades, cada individuo tiene la libertad de elegir el camino que lo ayude a encontrarse como persona y a satisfacer sus deseos más íntimos de realización de sentido.
La espiritualidad cristiana, vivida desde sus diversas expresiones, es uno de los caminos que alguien puede libremente elegir, por supuesto para mí… ¡El mejor, el único!, porque tiene como primera referencia a Jesucristo. Vivir la espiritualidad cristiana auténtica es recorrer un camino de seguimiento de Jesús que exige, antes que nada, estar en comunicación y en comunión con Él.
Leyendo este libro, se puede ver que en el origen de la palabra "comunicación" está el término "comunión". En este sentido, "comunicación" y "espiritualidad", nos dice Valdir José de Castro, el autor, son dos realidades que convergen hacia un mismo fin. O sea, la espiritualidad cristiana supone entrar en "comunión" con Jesús, con su Palabra y Espíritu, que nace de un "encuentro" personal con Él. Tomando como base las cartas de san Pablo, De Castro nos lleva por los diferentes componentes de la espiritualidad. Teniendo a Jesús como referencia, afirma Vladir, el cristiano entiende que vivir la espiritualidad cristiana es llenarse, no de cosas, sino de los valores que Él comunicó con su vida: amor, solidaridad, justicia, compasión, misericordia, etc. Es elegir un estilo de vida que rechaza el egoísmo, el desprecio por los otros, la codicia, la idolatría y todo lo que genera sufrimiento y muerte.
El autor es sacerdote paulino, licenciado en filosofía y graduado en comunicación social (Periodismo) por la Universidad de Caxias do Sul (Brasil). Es Licenciado en teología, con especialización en espiritualidad, por la Universidad Gregoriana (Roma) y también Licenciado en Comunicación por la Facultad Cásper Líbero (San Pablo).
Valdir José de Castro,
"La espiritualidad un estilo de vida",
Ed. San Pablo,
Buenos Aires 2009,
127 páginas.
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