La sinfonía n.º 5, en re menor, op. 47, fue compuesta por Dmitri Shostakovitch entre abril y julio de 1937. La obra fue estrenada en Leningrado por la Orquesta Filarmónica de Leningrado bajo la dirección de Mravinsky, el 21 de noviembre de 1937 con un enorme éxito el día de su estreno, y según Rostropóvich recibió un aplauso de por lo menos cuarenta minutos. Actualmente es uno de los trabajos más populares de este compositor de quien ya he comentado dos de sus obras anteriormente.
Hoy les comparto esta sinfonía que dura aproximadamente 45 minutos y tiene cuatro movimientos: Moderato, Allegretto, Largo y Allegro non troppo. Definitivamente una sinfonía que eleva sobremanera el espíritu humano, pero después de recorrer los doloridos fondos del alma; una obra que transmuta lo simple en arte sublime.
Corre el año de 1937, el joven Shostakovich, símbolo del "nuevo hombre" soviético, aupado por Stalin, repentinamente teme por su vida. Stalin está irritado: la ópera "Lady Macbeth de Mtsensk" se burla de su política oficial de odio a los ricos. Shostakovich se encierra y compone entonces una Sinfonía para ser rehabilitado en la URSS. Oficialmente, la Quinta es una obra puramente soviética. Para algunos, una secreta protesta, que encierra claves contra el tirano. ¿Y para Shostakovich? ¿Por qué usa como tema segundo una alusión a "Carmen" de Bizet? ¿Por qué ese desfile militar grotesco? ¿En qué mundo vivía el alma de Shostakovich?... La obra resulta sumamente interesante.
En el primer movimiento (Moderato) subyace la forma sonata. La exposición arranca con un vigoroso canon sobre el que se desarrolla un abrumador motivo principal, que acaba acompañado por una lírica melodía por los primeros violines. Las cuerdas introducen el segundo tema, amplio pero hierático y acerado, cambiando los tiempos tanto en aumento como en disminución, creando un conflicto contrapuntístico en sí mismo, el cual acaba transformado, a través de la percusión y de las trompetas, en una especie de marcha de banda militar. El drama musical alcanza el clímax en la recapitulación, donde, sin apenas nuevos temas, la carga emocional llega a las más altas cotas. La coda nos lleva, en el dialogo de las cuerdas menores con la celesta, a un evocador desenlace.
El segundo movimiento (Allegretto) se inicia con una variación del tema principal del primer movimiento, en forma de scherzo y a ritmo de vals, . Hay un grave motivo melódico con las tubas, después los clarinetes, más tarde los oboes y finalmente las cuerdas, para desembocar en una graciosa melodía llena de energía.
En el tercer movimiento (Largo) Shostakovich abandona el uso de viento-metales (trompetas en el primer movimiento y tubas en el segundo) y expone el motivo en apasionadas y alargadas melodías, sólo apoyadas por los vientos de madera. El ambiente se llena de tristeza y resignación; otra vez confusión; y, de nuevo, renace frente al derrotismo. Tras el conflicto, en una dulce paz, muere la música.
El cuarto movimiento (Allegro non troppo) se inicia con un poderoso comienzo en las cuerdas que arrastra al oyente con su energía, tras esto aparece el primer tema. Ejecutado primero por las trompetas y a continuación, sobre un fondo de notas repetidas, suena en las cuerdas otra parte. Tras la exposición, se entra en una zona intermedia, que discurre mayoritariamente en pianísimo, donde nuevas melodías nos exponen, de forma misteriosa, un subyugante pasaje sonoro. Tras un marcado silencio los viento-maderas traen el tema principal que desemboca en el poderosísimo finale escrito en clave de Re mayor, la tonalidad antagónica a la general de la sinfonía, Re menor. Por cierto que siempre se ha especulado sobre la intencionalidad del autor con este cambio, pero, intencionado o no, el brillante final dota a la obra, en su totalidad, de sentido positivo de la vida, de triunfo de las potencias del alma, de un desmesurado ánimo para el renacer del hombre.
Disfrútenla dirigida por Bernstein:
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