Harold en Italia (también llamada Orlando en Italia, Rolando en Italia o Aroldo en Italia) es la segunda sinfonía de Hector Berlioz (1803-1869).
Compuesta en cuatro movimientos que evocan musicalmente varias escenas del Childe Harold (Niño Harold) de Lord Byron, quien a su vez se había inspirado en la vida de Rolando. Fue concluida en el año de 1834 y que comparto con ustedes este Domingo. Como dato curioso hay que decir que su estrenos fue glorioso, que Franz Liszt realizó una transcripción de esta obra para viola y piano y que hoy es muy poco interpretada.
Como en el caso de la Sinfonía fantástica de la que ya hablé hace tiempo, sus movimientos se hallan en un orden clásico convencional. Hay un tema recurrente de vinculación, confiado principalmente a la viola solista, instrumento que interviene a lo largo de toda la obra un poco a la manera de un concierto; pero el solista es menos dominante que en un concierto común —La historia cuenta que el famosísimo Paganini se negó a tocar esta obra porque no le daba oportunidad suficiente de hacerse oír— y, de hecho, gran parte de la sinfonía está instrumentada de una manera tan liviana y dulce, diría yo, cosa que nos recuerda más bien lo que caracteriza a la música de cámara y no a la orquesta sinfónica. En cada movimiento, la melodía de la viola está contrapuntísticamente combinada con los demás temas, y el instrumento solista, en toda suerte de figuraciones específicas para el mismo, está continuamente mezclado con diferentes grupos orquestales, en un arrebatador despliegue de sonoridades.
La viola es la voz del propio Harold que se hace escuchar en los distintos paisajes sonoros que describe la agrupación instrumental en una suerte de lienzos que representan escenas diferentes y sobre las que se yergue la figura de Childe Harold: en la tormenta de la montaña, escuchando el canto de los peregrinos o la serenata que un montañés dirige a su enamorada, y tomando parte en una fiesta de bribones y bandidos.
Es difícil saber por qué Berlioz llamó sinfonía a esta obra. En el caso de que respetemos su voluntad (y es verdad que su concepto de la sinfonía era bastante más amplio que el heredado de sus predecesores), habría que denominarla "sinfonía con viola obligada" y reconocer que su originalidad se halla no sólo en utilizar un instrumento "obligado" dentro de una partitura sinfónica y fuera del ámbito del concierto, sino, acaso sobre todo, en elegir un instrumento tan singular como la viola cuyo empleo en calidad de solista es poco frecuente incluso dentro de las obras concertantes. El final resume explícitamente los temas de los movimientos precedentes.
Disfrútenla con la Orquesta Sinfónica de Transilvania dirigida por Nicolae Moldeveanu:
Con la Orquesta de París dirigida por Leonard Bernstein:
Con Valery Gergiev dirigiendo la Orchestra del Teatro Mariinsky de San Petersburgo:
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