miércoles, 15 de marzo de 2017

Cápsula Bíblica 2215

El cordero —y también la oveja como la mayoría sabemos— es un animalito muy manso, dócil al pastor, sereno, aunque sea atacado y llevado al matadero. En los sacrificios ofrecidos a Dios en el Antiguo Testamento, era uno de los animales preferidos. En Is 53, 7 es símbolo del Siervo de Dios que sufre en expiación por los pecados de los hombres. En Ex 12 el cordero pascual se convierte en memorial de la liberación del pueblo israelita. Por eso el Nuevo Testamento —especialmente el Apocalipsis—, le da a Jesucristo el título de «Cordero». Un detalle que puede ayudar es que en arameo —el idioma que habló Jesús— la misma palabra «talya» significa «siervo» o «cordero». Conviene recordar que la mansedumbre del cordero se complementa con la firmeza persistente y la conciencia histórica del Siervo de Dios de que habla Isaías 42, 4. En este sentido es que nosotros somos ovejas del rebaño de Cristo. 

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