domingo, 26 de marzo de 2017

Cápsula Bíblica 2226

Los judíos de Alejandría, que no comprendían el hebreo, quisieron tener, para el uso litúrgico en la sinagoga, la ley en su lengua. Una leyenda posterior (la carta de Aristeo) cuenta que vinieron de Palestina 72 judíos para traducir la ley en 72 días y que sus 72 traducciones resultaron idénticas. De ahí viene el nombre que se le dio a aquella traducción: la de los «setenta». Esta leyenda manifiesta el carácter sagrado que se le reconocía. De hecho se trata de una obra esmerada, que comenzó en el siglo III y prosiguió hasta finales del siglo II. A veces se trata más bien de una adaptación que de una simple traducción y nos permite descubrir cómo se interpretaban entonces ciertos pasajes de la escritura. Un ejemplo muy conocido: al traducir «la joven» de Is 7, 14 por «la virgen», manifiesta probablemente el progreso realizado en la idea de mesianismo. Esta traducción tiene sobre todo el mérito de haber forjado el vocabulario y el estilo que servirán para escribir el Nuevo Testamento. Será también la Biblia de los cristianos.

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