Las composiciones de Alexander Borodin, (1833-1887), lo colocan en la primera fila de los compositores rusos. Tenía una fuerte vena lírica pero también se destacó por su manejo de temas heroicos. Tenía un sentido rítmico inusualmente fino y sobresalía en el uso del color orquestal y en la evocación de lugares lejanos. En sus sinfonías y cuartetos de cuerda —entre los mejores de la era romántica— desarrolló una estructura formal en la que el material musical de un movimiento se derivaba de un único motivo inicial. Sus melodías reflejan el carácter de las melodías populares rusas y, al igual que otros compositores de la escuela nacional rusa, utilizó armonías sorprendentes que no son convencionales en la música de Europa occidental.
La «Sinfonía Nº 1 en mi bemol mayor» fue comenzada por su autor siguiendo los consejos de Balakirev, en 1862. A pesar de que a finales de dicho año ya casi tenía terminado el primer movimiento, la obra tardaría cuatro años más en terminarse. Esto ocurre a mediados de 1867. En el mes de febrero de 1868 Balakirev dirige una audición semiprivada de la obra que no convence demasiado. Pero el 16 de enero de 1869 es interpretada con éxito en un concierto de la Sociedad Musical Rusa.
El primer movimiento allegro empieza con una introducción adagio. El tema principal es presentado en forma lenta por la cuerda grave y los fagots. Al iniciarse el allegro, el tema se transforma, escuchándose más claramente después de una cadencia de los trombones. El segundo grupo temático es introducido cálidamente por los violines. Después de un breve crescendo termina el desarrollo, empezando la reexposición con el tema principal en allegro. Termina con una coda que se detiene para volver al tema principal en andantino, terminando tranquilamente el movimiento. La novedad de la obra es el empleo casi monotemático del tema principal, desapareciendo el clásico contraste entre dos temas de parecida categoría. El contraste lo efectúa entre las variantes del mismo tema como se aprecia en el andantino de la coda.
El segundo movimiento scherzo, presenta un tema rápido e ingrávido con influencias de Mendelssohn. La sección se repite antes de iniciar el trio, que es mucho más personal, en un estilo que ya recuerda al Principe Igor. Se presenta una melodía de sabor oriental en los oboes que pasa a las flautas. Luego es tomada mas cálidamente por la cuerda baja. La melodía es recogida finalmente por la orquesta en pleno. Una breve transición lo une a la repetición del scherzo.
El andante nos ofrece una cálida melodía de aspecto folclórico ruso, pensada primeramente para el corno inglés, pero cambiada por la intervención de Rimsky-Korsakov y de Glazunov para los violoncelos. Una hermosa conclusión del tema en la mayor lo encadena con una amplia sección central, empezada por una frase del corno inglés y continuada por la flauta. El corno inglés tiene acertadas intervenciones. La recapitulación del tema principal interpretada por toda la orquesta, nos conduce a la coda, con una frase del corno inglés continuada por el clarinete.
Termina con un allegro molto vivo, escrito en forma sonata con bastante inspiración germánica. El tema principal consiste en un enérgico motivo. El segundo tema es más calmado. Después de repetirse la exposición, el desarrollo nos lleva al punto culminante del movimiento. La reexposición empieza con el tema principal con el ritmo doblado o sea aumentando la duración de las notas, lo cual le da más solemnidad. Luego se interpreta en su forma original. El segundo tema en el pleno de la orquesta nos conduce hacia la coda, con notas del tema principal en forma concluyente.
Es una obra que vale la pena escuchar y disfrutar.
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