domingo, 18 de noviembre de 2012

OBRAS SINFÓNICAS DE MANUEL M. PONCE... Con la Filarmónica de México

Muy pocas personalidades en el ámbito de la cultura musical de nuestro país han logrado desarrollar una gran cantidad de actividades a favor de la difusión y el enriquecimiento artístico mexicano como Manuel M. Ponce, este magnífico compositor mexicano nacido en Fresnillo, estado de Zacatecas, que estudió en la capital del país y luego en el Conservatorio Stern de Berlín.

Quizá Ponce es uno de los privilegiados en ese sentido al enriquecer su brillante carrera de compositor con las de pianista, director de orquesta, pedagogo, musicólogo, investigador sobre nuestro folklore musical (dando como resultado una considerable cantidad de escritos al respecto) y crítico musical, entre muchas otras actividades. Igualmente ha recaído en el nombre de Ponce el título de iniciador del movimiento nacionalista musical en nuestro país, posterior a la culminación de la Revolución mexicana. Pero de la misma forma que es ampliamente reconocido con todos los atributos mencionados, un importante sector del público no ha podido disfrutar plenamente de la difusión de las obras sinfónicas de este compositor, y en ocasiones sólo se le recuerda por algunas de sus hermosas canciones que han dado varias vueltas al globo terráqueo, entre las que destaca, sin duda alguna, «Estrellita». Hace poco escuché un disco que ahora quiero recomendar, pero me encuentro con que no es nada conocido y que incluso ni siquiera su portada pude encontrar en Internet. Se trata de "Manuel M. POnce, Obras Sinfónicas" con la Filarmónica de la Ciudad de México dirigida por Frnando Lozano en una grabación en la sala Ollin Yoliztli de la Cd. de México en abril de 1997.

Ahora, con el disco que recomiendo escuchar esta semana, vale la pena recordar parte del importante catálogo orquestal que nos legó Ponce: Canto y danza de los antiguos mexicanos (1933); Chapultepec (1934); Poema elegíaco (1935); Ferial (1940); Instantáneas mexicanas (1947)

El disco se abre con una obra de la que me ocuparé con más detalle: «Chapultepec» (1934), que pertenece a la cuarta etapa creativa de Manuel M. Ponce y que no hay que confundir con la obra del mismo nombre compuesta por Carlos Chávez. Desarrollada a partir de 1933 al regreso del músico de París, y en donde radicó durante un buen período, Chapultepec es compuesta en el periodo más nacionalista de su producción, y según el músico y crítico Adolfo Salazar: “…la última, decisiva etapa de la carrera de Ponce. En ella se encuentra el momento de su plenitud…” En algunos casos se ha dicho que Ponce escribió casi siempre bajo la influencia de la música francesa, aunque también es notoria la enorme carga nacionalista que lleva su música en la médula. Estos dos factores son evidentes en Chapultepec, un tríptico sinfónico que denota el enorme gusto de Manuel por el impresionismo francés, y el culto  y reverencia que siempre guardó por las obras del máximo exponente de esa tendencia artística: Debussy. De tal suerte que Chapultepec ha sido llamada como parte fundamental del “impresionismo musical mexicano”. Ponce le tuvo siempre un cariño especial a Chapultepec, como obra y como bosque, de hecho, desde 1917, al ilustrar la portada de su primer libro de «Escritos y composiciones musicales», el autor escogió un sencillo apunte de una partitura de orquesta como imagen de su obra, como el icono gráfico que le representaba. Se trataba de un compas que luego aparecerá en «Chapultepec».

De esta obra, hay una versión anterior, realizada en 1922 y estrenada en 1929 por la Orquesta Sinfónica de México (dos meses más tarde es dirigida por el propio Ponce en los Festivales Sinfónicos Iberoamericanos de Barcelona). Los títulos de las tres partes que la componían eran: Hora matinal, Paseo diurno y Plenilunio fantástico. Posteriormente el compositor la modificó quedando totalmente terminada hasta 1934, y siendo la nueva denominación de sus movimientos: Primavera, Nocturno, Canto y danza. Esta última versión fue estrenada en ese mismo año por la Orquesta Sinfónica de México bajo la dirección de Carlos Chávez. Cada movimiento presenta elementos folklóricos: en el primero, que evoca el ambiente del (tan famoso) bosque, figura un motivo pentáfono, basado en los sonidos que puede producir una flauta prehispánica, recordándonos que el famoso parque existía en tiempos de los aztecas. En el Nocturno surge la canción mestiza Marchita el alma; y en el tercer movimiento, aparece en primer lugar la vieja melodía conocida bajo el nombre de Canto de la Malinche y en la danza que sigue, alternan dos temas de carácter opuesto, uno primitivo y el otro popular… (que) crea un ritmo fascinante; se antoja como una referencia a las romerías del pueblo indígena y mestizo en días festivos.

Todo este tríptico sinfónico transporta el oído, la mente y el corazón al maravilloso bosque, plasmando en los sonidos de la orquesta la atmósfera natural y metafísica de este lugar lleno de evocaciones, sobre todo de aquella películas de la época dorada del cine mexicano. Chapultepec constituye, además, uno de los mejores momentos del llamado impresionismo mexicano.

En el mismo carácter del Canto y danza  de Chapultepec, Manuel M. Ponce escribió un año antes de éste —en 1933— «Canto y Danza de los antiguos mexicanos», cuyo título, curiosamente, está en francés: Chant et danse de anciens mexicains y que vale la pena escuchar detenidamente. «Ferial», otra de las obras incluidas en el disco, obedece también a un propósito narrativo bien definido por el propio autor, conservar "las impresiones de una tarde de feria". Ferial, además, captura en términos musicales la complejidad cultural de nuestro país y es, puedo afirmarlo para mi gusto, la obra de síntesis nacionalista por antonomasia. Ponce nos ofrece también en este disco «Instantaneas mexicanas», una suite compuesta a partir de cinco piezas para orquesta y el «Poema elegíaco», una obra que inicialmente formaba parte de una sinfonía que nunca terminó y que es una de las obras más personales y sentidas del autor.

Este disco de «Obras Sinfónicas»  nos permite disfrutar del amplio y rico paisaje sonoro de un autor fundamental en la música mexicana, con su música plena de matices múltiples y prodigiosos que nos introducen en la contemplación de un paisaje muy mexicano.

Fernando Lozano —en este disco— con una dirección impecable de la Filarmónica de la Ciudad de México, nmos permite escuchar y disfrutar hasta de los más mínimos detalles musicales. Lo único que pude encontrar son dos videos con «Chapultepec» dirigiendo a la Filarmónica Sergio García. ¡Disfruten de esta música!


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