Definitivamente se puede decir que es el compositor más destacado del Japón. Su carrera fue muy particular ya que al no estudiar música en una academia, en todas sus composiciones se demuestra la amplitud y al mismo tiempo particularidad de su personalidad y su lenguaje musical.
Por un lado fue un notable experimentador y constante buscador de nuevas sonoridades, escribiendo bandas sonoras para directores tales como Kurosawa, Imamura y Teshigahara, piezas vanguardistas para cinta magnetofónica o para la orquesta de música cortesana Gagaku, y por otro lado un romántico y abierto admirador de la música popular, lo que es más que evidente en sus transcripciones de canciones de los Beattles o en su hermosa colección de canciones pop titulada Song Book, en la que también utiliza poemas de su propia creación.
Se puede decir que fue uno de los pioneros en la búsqueda de lenguajes que reúnen tanto lo oriental como lo occidental. Su más afamada pieza en este sentido, November Steps para laúd Biwa, flauta de bambú Shakuhachi y orquesta, fue comisionada por la Filarmónica de Nueva York para la celebración de los 125 anos de la fundación de esa agrupación.
Pero hoy quiero yo presentar la pieza orquestal «De mí fluye lo que tú llamas Tiempo». El título es tomado de una línea de un poema de Makoto Ooka, poeta japonés y amigo del compositor.
Takemitsu describe su obra así y yo con esto los dejo: «Repentinamente imaginé 100 años de tiempo fluyendo a través de este hombre hecho espacio, tan lleno de significado especial, llamado Carnegie Hall. Era como si yo pudiera oír el Hall murmurando desde las innumerables grietas entre las capas de aquellos años: De mí fluye lo que tú llamas Tiempo».
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