Al crear al hombre, Dios manifiesta su omnipotencia y la gratuidad de su amor por el ser humano. Su amor, cuando se comunica a una criatura, toma necesariamente la forma del un amor de misericordia. Sin embargo, al vivir nuestra vida en función de nuestra propia prudencia, no recibimos su misericordia en toda su profundidad.
La Santísima Virgen María, siendo una criatura, también es objeto de la misericordia del Padre. Su santidad consiste en haberla recibido con una limpieza total, sin disminuirla en nada. La misericordia la envuelve totalmente desde el principio en el misterio de su Inmaculada Concepción, la impulsa a consagrarse totalmente a Dios en cuerpo y alma, en el misterio de su Presentación en el Templo y, en su misericordia, Dios se sirve de su maternidad en la anunciación.
El padre Marie-Dominique Philippe nos lleva en estas páginas por estos bellos misterios.
Marie-Dominique Philippe,
"Tres misterios de misericordia",
Ed. Eunsa,
Pamplona 2001,
191 páginas.
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