El «Concierto para violonchelo en mi menor, Op. 85» de Edward Elgar (1857-1934) es una de las obras más importantes e interpretadas de este compositor inglés.
Este Concierto, contemplativo y elegíaco, fue compuesto en 1919 después de la Primera Guerra Mundial y estrenado en un momento en que su presentación fue desafortunada para el público aficionado a conciertos, ya sea porque el compositor y sus instrumentistas no habían gozado del tiempo suficiente para ensayar y su música había pasado de moda tras la contienda, lo cierto es que, tras su primera representación, pasó prácticamente desapercibido, hasta que el director Daniel Baremboim y la violonchelista británica Jacqueline du Pré, lo rescataran en los años 60 en una grabación antológica. Desde entonces se ha convertido en una pieza imprescindible del repertorio musical para cello y orquesta.
Un poco después del fallido estreno Elgar tuvo referencias de la chelista inglesa Beatrice Harrison, quien había debutado a los 19 años junto a la Orquesta del Queen Hall tocando conciertos de Haydn, Dvorák y las Variaciones Rococó de Chaikovski. Harrison abordó la obra de Elgar en América y tuvo el privilegio de ser la primera chelista mujer en interpretarlo en el Carnegie Hall y con las orquestas sinfónicas de Boston y Chicago. En 1928 abordará la grabación completa para HMV bajo la dirección del propio Elgar. La chelista interpretó el Concierto de Elgar junto la Sonata de Kodály en el Queen’s Hall.
Otro chelista, William Henry Squire, a quien Gabriel Fauré dedicó su Siciliana, lo grabó en 1936. Esta grabación se llegaría a considerar la mejor del momento. La popularidad del Concierto de Elgar era cada vez mayor. Antes de coger fama como director, Sir John Barbirolli había pertenecido a la sección de chelos de la Orquesta Sinfónica de Londres. Él se alegró de conocer una obra maestra que poco a poco se apreciaba en los mejores auditorios del mundo.
La violonchelista Marie Duchamps dice: «Esta obra de Edward Elgar traspasa los convencionalismos del repertorio solista. Aquí la intuición está por encima del virtuosismo; los intérpretes aprendemos a encontrar en el arte de la música la experiencia y el temple que solo proporcionan los años. Y de hecho, este concierto es una manifestación de lo que el hombre y el músico han asimilado a lo largo de innumerables encuentros y reflexiones. Es verdad que solo lo auténtico hace que la inspiración llegue».
Disfruten escuchándolo ahora con el violonchelista británico Sheku Kanneh-Mason (nacido en 1999):
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