El cardenal Carlo Maria Martini fue un prolifero predicador y un incansable estudioso de la Biblia. Muchos de sus libros son fruto de innumerables conferencias que en Milán y en otras partes del mundo dictó. Uno de ellos es este libro que me he vuelto a encontrar y en el cual el cardenal Alberto Suárez Inda basó hace muchos años, allá en 1989, los Ejercicios Espirituales que nos impartió a un grupo de diáconos que seríamos ordenados sacerdotes en el verano de aquel año.
El autor del libro eligió ese nombre con la frase «¡Pueblo mío, sal de Egipto!» porque quiso subrayar tanto el camino de conversión de un pueblo como el camino de integración del responsable, concretamente del sacerdote, con su pueblo, delante de su pueblo y, sobre todo, en su pueblo.
El cardenal Martini afirma que lo que le movió a hacer esta reflexión fue su experiencia de pastor. «Uno se hace pueblo a través de un proceso gradual, difícil y fatigoso, porque significa morir a sí mismo; significa una ascesis, una purificación, una conversión; uno se convierte así en pueblo, en la voz y la conciencia de un pueblo, en el sufrimiento de un pueblo».
Un libro de una espiritualidad muy bíblica y muy profunda no solamente para quienes son llamados a vivir el Orden Sacerdotal sino para todos en el pueblo de Dios.
Carlo Maria Martini,
"Pueblo mío, sal de Egipto",
Ed. Sal Terrae,
Santander 2003,
151 páginas.
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