Un cuarteto de cuerdas es un conjunto musical de cuatro instrumentos de cuerda. Está compuesto usualmente de dos violines, una viola y un violonchelo. También se le llama así a la pieza que ha sido escrita para ser interpretada para dicho grupo. El cuarteto de cuerdas es ampliamente visto como una de las formas más importantes de música de cámara, teniendo en cuenta que muchos de los compositores renombrados a partir del siglo XVIII escribieron obras para cuarteto de cuerdas.
Hoy me detengo en una obra de este género compuesta por William Turner Walton, el compositor inglés y director de orquesta hijo de un profesor de canto que formó, gracias a su padre, parte de los coros de la catedral de Oxford desarrollando una brillante carrera en la que destacan las obras instrumentales más que corales.
Su estilo, como se puede ver en esta obra que les comparto, estuvo muy influido por Stravinski, Sibelius y el jazz de su época. La música de Walton —como se le conoce— se caracteriza por una gran vitalidad rítmica, una agridulce armonía y una sabia conjunción de melodía romántica y brillante orquestación cuando la obra lo merece.
Walton es más bien recordado por sus obras orquestales, su música coral y ceremonial y por sus excelentes bandas sonoras, que lo encuadran como un compositor moderno, pero a mí este cuarteto me parece sensacional. Lo compuso entre 1920 y 1922.
Desde su muerte, la música de Walton, no solo en Inglaterra, sino al rededor del mundo, ha ido ganando atención, tanto en interpretaciones públicas como en grabaciones. De hecho, a medida que la historia de la música clásica de posguerra continúa siendo revaluada, la figura de Walton se ve menos como un representante pasado de moda de una era perdida y más como un compositor muy individualista que escribió en un idioma atractivo y personal. ¡Disfruten!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario