Cuando Felix Mendelssohn (1809–1847) tenía solamente 15 años de edad, compuso su primera sinfonía, la Opus 11 en do menor, que fue terminada el 31 de marzo de 1824. Sin embargo, la partitura autógrafa no fue publicada sino hasta 1831. La obra fue dedicada a la Real Sociedad Filarmónica, que realizó en Londres el estreno el 25 de mayo de 1829, bajo la dirección del mismo Mendelssohn. Para esta interpretación Felix orquestó el scherzo de su Octeto Op. 20 como alternativa al tercer movimiento de la sinfonía. El trabajo fue estrenado en una reunión privada el 14 de noviembre de 1824, en honor de su hermana Fanny, que cumplía diecinueve años. Su estreno en público se produjo el 1 de febrero de 1827, con la Orquesta del Gewandhaus de Leipzig bajo la dirección de su maestro de la capilla Johann Philipp Christian Schulz. Una interpretación típica dura una media hora.
Mendelssohn, siendo compositor desde muy joven tuvo una gran influencia de músicos famosos de los cuales tomó mucho para sus obras. La obra está escrita para dos flautas, dos oboes, dos clarinetes en si bemol, dos fagotes, dos trompas en mibemol y/o do, dos trompetas en do, timbales en do y sol, y las cuerdas. La sinfonía consta de cuatro movimientos: Allegro di molto (do menor, 4/4, forma sonata). Andante (mi bemol mayor, 3/4, forma sonata). Menuetto: Allegro molto (do menor, 6/4, con un trío en primer lugar, en la bemol mayor y más adelante en do menor. En comparación con la forma estándar de minueto y trío, es un poco diferente, ya que hay un enlace adicional al minuto principal después de la sección en forma de trío binario). Allegro con fuoco (do menor, 4/4, forma sonata, que termina en do mayor. El tema principal tiene un parecido sorprendente con el último movimiento de la Sinfonía n.º 40 de Wolfgang Amadeus Mozart.)
Cabe destacar que el allegro di molto es de construcción mozartiana en forma sonata, que el primer tema dinámico contrasta con el segundo lírico más típico de Mendelssohn y termina con una coda de tipo Beethoven; que el andante es lírico y de textura transparente con pasajes cantabiles para la cuerda y la madera y el menuetto también de inspiración mozartiana, contiene un tranquilo trio, que quizás el propio Mendelssohn lo encontró demasiado estático y por esto lo cambió en su estreno en Londres. El allegro con fuoco, que es el último de los movimientos, desarrolla técnicas contrapuntísticas. Después de una vivaz presentación del frenético tema y una sección en que domina el pizzicato de las cuerdas, el desarrollo se obtiene mediante una fuga. Una brillante coda en stretto finaliza triunfalmente la obra con ese final que, como les digo, me hace ir a la Sinfonía n.º 40 de Mozart. ¡Gocen de esta brillante sinfonía!
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