Bartók me ha impresionado siempre. Con un estilo personal dotado de una gran fuerza y energía, con entornos melódicos inusuales y ritmos asimétricos y a contratiempo, se fue metiendo en mi oído desde hace años. Su música siempre tiene un núcleo tonal, pero está bastante alejada de los modelos tradicionales. Gran parte de su música es cromática y a menudo muy contrapuntística, entretejiendo distintas líneas melódicas y sirviéndose de la disonancia. Se ve que a Béla Bartók le gustaba el uso de acordes por su sonoridad y era muy hábil para encontrar atmósferas y colores musicales, tanto en el piano como en la orquesta.
El compositor nació en 1881. Su padre era director de una escuela agrícola y su madre, Paulina Voit, era maestra. Ésta empezó a enseñarle a tocar el piano cuando tenía 5 años. En 1888, después de la muerte de su padre (al que Béla admiraba mucho), su madre se llevó a la familia a vivir a Vinogradiv, ahora en Ucrania, donde daba clases de piano. Es en esa ciudad que Béla empezó a componer a la edad de 9 años y a los 11 dio su primer concierto: el allegro de la sonata Waldstein de Beethoven y una de sus primeras composiciones, El curso del Danubio.
Como gran pianista que fue, compuso varias piezas didácticas para el instrumento. Su obra Mikrokosmos Sz 107 (1935), formada por seis volúmenes, contiene 150 piezas para piano de dificultad progresiva y constituye un resumen de su evolución musical. Lo mismo ocurre con sus 6 cuartetos para cuerda, considerados entre los más importantes que se han compuesto desde los de Beethoven.
"Música para cuerda, percusión y celesta" (Sz. 106, BB 114), la obra que hoy recomiendo escuchar, es una de sus obras más conocidas. Encargada por Paul Sacher para celebrar el décimo aniversario de su Orquesta de Cámara de Basilea, la partitura está fechada el 7 deseptiembre de 1936, y su estreno se produjo en Basilea el 21 de enero de 1937 por la orquesta dedicataria, dirigida por el propio Sacher.
La orquestación se compone de dos grupos de instrumentos de cuerda (violines, violas, violonchelos y contrabajos), que se dan la réplica entre sí en lados opuestos del escenario, y a la vez se enfrentan a un grupo central integrado por la celesta (un instrumento musical similar al piano, pero cuyos martillos activados por teclas percuten placas de metal en lugar de cuerdas tensas), un arpa, timbales, percusión (xilófono, caja, bombo, platillos y tam-tam), así como un piano, utilizado principalmente en funciones percusivas. La disposición espacial enfrentada de los dos grupos de cuerda permite al compositor utilizar efectos estereofónicos, particularmente perceptibles en el segundo y en el cuarto movimiento, que si bien para nosotros se escucha como algo natural, no lo era tanto para la época.
La obra consta de cuatro movimientos, lentos los impares y rápidos los pares, con una duración total de aproximadamente media hora:
Andante tranquillo
Allegro
Adagio
Allegro molto
El primer movimiento es una fuga lenta, cuyas marcas de tiempo cambian constantemente. Comienza con las cuerdas en sordina, y según se incorporan más voces la textura orquestal se hace más densa y la música se torna más fuerte hasta el clímax. Se retiran entonces las sordinas y la música se vuelve gradualmente más tranquila sobre suaves arpegios de la celesta. El material temático de este primer movimiento reaparecerá después de distintas formas en los movimientos finales, sirviendo de nexo a toda la obra.
El segundo movimiento es rápido. Se caracteriza por los fuertes acentos sincopados del piano y de la percusión, en una danza vertiginosa, que evoluciona en una extensa sección en pizzicato (pellizcar las cuerdas con la yema de los dedos), con una conclusión al modo de un concierto para piano.
El tercer movimiento es un nocturno lento, característico del autor, y presenta lo que en la fecha de composición de la obra era una técnica poco usual, así como una intervención prominente del xilófono. Las cinco secciones del movimiento están ligadas por las cuatro frases del tema del primer movimiento, expresando así la continuidad de la obra.
El último movimiento comienza con notas en los timbales y pizzicati rasgueados de las cuerdas, dándole el carácter de una vivaz danza campesina. En la coda aparece de nuevo el tema de la fuga del primer movimiento con los intervalos literalmente doblados.
En el conjunto de la obra puede apreciarse una importante invención rítmica. La popularidad alcanzada por la "Música para cuerda, percusión y celesta" se evidencia en su frecuente utilización en películas y obras de cultura popular. El ejemplo más destacado es la inclusión del segundo movimiento en la banda sonora de "El resplandor" (The Shining), aquella famosa película de Stanley Kubrick que muchos hemos visto.
Si gustan de escuchar las percusiones como yo, seguro disfrutarán mucho esta obra no una, sino muchas veces más. ¡Escúchenla y disfrútenla aquí mismo!
Parte I
Parte II
Parte III
Parte IV
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