domingo, 15 de mayo de 2011

Cápsula Bíblica 91

Dios, como hemos estudiado, es el inspirador y el autor de ambos Testamentos (Antiguo y Nuevo Testamento). Él dispuso todas las cosas tan sabiamente que el Nuevo Testamento está latente en el Antiguo y el Antiguo está patente en el Nuevo. Porque, aunque Cristo fundó el Nuevo Testamento en su sangre (cfr. Lc 22,20; 1 Co 11,25), no obstante los libros del Antiguo Testamento, recibidos íntegramente en la proclamación evangélica, adquieren y manifiestan su plena significación en el Nuevo Testamento (cfr. Mt 5,17; Lc 24,27; Rm 16,25-26; 2 Co 3, 14-16), ilustrándolo y explicándolo al mismo tiempo.

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