martes, 2 de octubre de 2012

Cápsula Bíblica 596

Al leer un texto bíblico, hay que "rumiarlo", masticándolo como alimento que ayude para transformar nuestra persona. En este proceso es el Espíritu, presente en la Palabra, el que obra esa transformación interior que se refleja también en el exterior. Si en un momento dado no se logra esclarecer el significado de algo de lo leído, hay que  seguir adelante libremente y no estancarse. Conviene en determinados casos, cuando habla el Señor, reemplazar los nombres propios de la Biblia (Israel, Jacob, Tomás...) por nuestro nombre y meditar en ello.

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