lunes, 13 de mayo de 2013

Cápsula Bíblica 818

Hermoso, alto, amplio, fuente de luz, calor y vida, el cielo es el símbolo de la presencia de Dios. Cuando leemos en la Biblia los pasajes que nos llevan a meditar en la ascensión, no nos podemos imaginar a Jesús en un lugar físico, allá arriba. La ascensión no es un viaje de astronauta; es subida al poder. Jesús está en las alturas, pero oculto a nosotros. No está ausente, ni lejos; al contrario: al lado de Dios, puede estar muy presente en todo tiempo y lugar (Mt 18, 20; 28, 20). Así, él ayuda a la Iglesia a promover el Reino de Dios y le da sentido a su camino, hasta la venida final. Así se explica la presencia de los dos «hombres vestidos de blanco» (Ángeles) de los que nos habla la Escritura. 

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