Hoy compartiré música de un niño prodigio que dio su primer recital a los 5 años, y a los 13 realizó su primera composición, la marcha two step titulada «Cuba y América» para banda de concierto. Hablo del compositor cubano Ernesto Sixto de la Asunción Lecuona Casado, artísticamente conocido como Ernesto Lecuona.
Ernesto Lecuona nació en la ilustre villa de Guanabacoa, a tan solo 30 minutos de La Habana, el 6 de agosto de 1895, año en que los cubanos presumían de una firme conciencia nacional que contribuyó a empujarlos a la conquista de su independencia. Como tantos cubanos, Lecuona creció en el seno de una familia de emigrantes canarios. Su padre fue el periodista Ernesto Lecuona Ramos y su madre fue la joven matancera, Elisa Casado Bernal. Con el apoyo de la familia y el entorno de los amigos, Lecuona obtuvo una beca que otorgaba el Conservatorio de Música y Declamación de La Habana. El Conservatorio Peyrellade, que se convertiría en la primera escuela del insigne compositor, era en esa época uno de los epicentros de formación y creación musical más reconocidos en Cuba, contribuyendo a que este país se convirtiera en 1957 en el país latinoamericano con el mayor número de conservatorios y academias musicales por número de habitantes. Allí Ernesto estudió entre 1904 y 1907. Luego vendría su etapa formativa en el Conservatorio Hubert de Blanck de la mano del pianista y compositor de origen holandés del mismo nombre, con el que finalizó sus estudios en 1913. Un clásico internacional Sus inquietudes artísticas y su vocación universal le valieron para obtener una beca de estudios superiores en los Estados Unidos, donde recibió clases, entre otros, del pianista mexicano Ernesto Berumen. Aprovechó su estancia en este país para hacer presentaciones en el Aeolian Hall y en los teatros Capitol y Rialto, que marcaron el inicio de su carrera internacional. A partir de entonces, el recorrido musical de este genio jamás encontró fronteras. Países como Costa Rica, Panamá, Argentina, México así como España, Francia, entre otros, contaron con el privilegio de tenerlo en sus escenarios. El cine no fue ajeno a la obra de este compositor y la firma Metro Goldwin Mayer lo contrató para musicalizar la película “El Manisero”. Esta sería la primera participación del autor en el singular universo sonoro del séptimo arte, llegando a dotar con sus composiciones a más de una docena de películas. En Estados Unidos fue llamado «The Cuban Gershwin».
Con su producción musical y su legado Lecuona fue un artista versátil que no sólo se dedicó a cultivar partituras destinadas a las salas de concierto y a engrosar su rico repertorio musical, sino que tuvo una importante participación en el desarrollo de la música en Cuba. Algunos estudiosos sobre la obra de Lecuona, lo sitúan en dos vertientes: como pianista y como compositor. Incluso algunos se atreven a decir que fue mejor como compositor que como intérprete o lo contrario.
Con un pie en los ritmos autóctonos cubanos, de raíces africanas y españolas, y otro en la tradición clásica, uno de sus más grandes méritos es, sin duda, haber acabado por completo con los formulismos que limitan la creación y el gusto popular de la música clásica, llegando a conmover a todo tipo de públicos por su sincera y rica expresividad. Ritmos y compases expresados con un lenguaje musical en busca de la mayor simplicidad de recursos para potenciar la dimensión creativa y espontánea de sus piezas, sin renunciar a su complejidad técnica y culta.
Su muerte se produjo el 29 de noviembre de 1963 en el hotel Mencey, en la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, la tierra de su padre, donde existe una placa en memoria del ilustre compositor que lo define mejor que nadie: «Ernesto Lecuona, cubano universal. Pianista y compositor que con su música estrechó los lazos de cariño entre Cuba y España».
Entre sus múltiples melodías, entre las que muchos recordarán, como Siboney o La Comparsa, el compositor escribió 176 obras para piano. Entre las más famosos son las seis que componen la Suite Andalucía, sin duda alguna su obra más famosa, compuesta en 1927 e inspirada en esta región de España. Los seis movimientos que la forman están bien diferenciadas, cada uno con su carácter distintivo. El segundo movimiento, Andalucía, debería ser bien conocido por muchos lectores, al menos los que tienen recuerdos de décadas pasadas; aún más el último de ellos, la famosa Malagueña, que debe existir en docenas de arreglos. La canción Malagueña (sexto movimiento de esta Suite, se ha adaptado desde su composición a géneros pop, jazz y bandas musicales (militar y de cornetas y tambores) y le han sido compuestas letras en varios idiomas.
La Suite Andalucía es la obra de Lecuona que seleccioné para compartir esta semana.
La Suite Andalucía es la obra de Lecuona que seleccioné para compartir esta semana.
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