La música de Schubert siempre es especial, una música que en general es suave en algunas ocasiones, festiva en otras, pero siempre con un orden y concierto que invita a sosegar el alma. Ya he compartido algunas obras de este célebre compositor Franz Schubert (1797-1828) y esta semana quiero invitarles a escuchar el Trío n° 2, en mi bemol mayor, op. 100, D. 929
La obra está fechada en «Noviembre 1827» (según reza el manuscrito original conservado, en Viena, por la familia Wittgenstein ) y tuvo una primera ejecución pública el 26 de diciembre siguiente, en la sala del Musikverein. La obra «gustó mucho a todo el mundo» (según dijo el mismo Schubert). El 26 de marzo de 1828, en un concierto organizado por el propio compositor la interpretó con gran éxito.
Excepcionalmente, la partitura fue editada pronto, en Leipzig, por Probst, quien pagó al músico un poco más de treinta florines, ¡apenas la cuarta parte del valor comercial esperado! Schubert murió antes de recibir las pruebas para su corrección. Desde el principio llamó la atención la intención del autor de asegurar la unidad de sus cuatro movimientos, de amplias proporciones con referencias temáticas extremadamente precisas.
La obra si divide así:
1. Allegro (en 3/4): está en forma sonata con tres temas principales. El primero, sobre un ritmo resuelto (ben marcato) enunciado al unísono por los tres instrumentos. El segundo tema, en si menor, un poco dubitativo emerge desde acordes ceñidos y repetidos, como angustiados; el piano, voluble, borrará un poco esta impresión. Un tercer tema llenará el final de la exposición, precedido por algunos compases de extraordinario aliento melódico y él mismo alimentado por un lirismo que recuerda al de la Sinfonía Inacabada.
2. Andante con moto (en do menor, en 2/4): una melancolía punzante se desprende del movimiento lento, sobre un ritmo pesado de marcha próximo al del primer Lied del Viaje de invierno. De hecho, es una canción sueca la que habría inspirado el tema, «Ve cómo el sol se pone...», melodía compuesta por Isaac Berg y en absoluto canción popular como se ha afirmado durante tanto tiempo. A este episodio en modo menor, teñido de fatalismo, sigue otro en mi bemol mayor en el cual el violín lanza un nuevo motivo, derivado del tema inicial, que es retomado por los otros tres instrumentos en una exaltación siempre creciente. Vuelta a la escansión fúnebre inicial con un ensombrecimiento progresivo del clima, en una especie de grandiosa balada romántica (modulaciones a do sostenido menor, si menor, fa sostenido menor) que precede al retorno del motivo en modo mayor, esta vez en do. El permanente contraste entre piano y forte, entre menor y mayor, se acentúa aún en la coda, donde de nuevo se hace más lento el movimiento (Un poco pi ù lento) y el tema parece quedar en suspenso, trágico.
3. Scherzo: Allegro moderato (en mi bemol mayor, en 3/4): la escritura canónica a dos voces del comienzo (entre las cuerdas y el piano en octavas) lanza un tema brillante, pletórico, que se hará más lento, modulante, en el comienzo de la segunda parte del Scherzo. El trío, en la bemol mayor, presenta un tema de gran robustez que, no obstante, vendrá a contradecir la aparición, en el chelo solo, de un motivo de una ternura completamente ensoñada, especie de prolongación del tema confiado a los dos instrumentos de cuerda en la primera parte; piano y violín le procurarán la incierta rítmica que anuncia el Finale.
4. Allegro moderato (en 6/8): el Finale, de proporciones inhabituales, se aproxima a una forma sonata libre asimilable, por sus insistentes recurrencias temáticas, a una forma rondó. Por último, el tema del Andante vendrá a sustituirlo como conclusión, sustitución casi trágica, en mi bemol menor, no imponiéndose la tonalidad mayor hasta los últimos compases, en una especie de reconquista de la alegría propuesta al comienzo del movimiento... «Aquí, en esta última mutación del dolor en amor, la victoria del amor es irreversible. ¡Es el triunfo de la ternura heroica!» (B. Massin).
Disfruten estas interpretaciones que comparto:
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