Esta vez traigo a mis 11 seguidores una novela de la periodista Joan Anderson. Me encuentro unos días —no un año— junto al mar y me topo con un pequeño libro en un estante de la casa de Alejandro, que es quien me hospeda unos días. Se trata de un libro revelador de mensajes profundos, relatados con una prosa intimista y muy cuidada. Una escritora, cansada de su situación personal, decide poner tierra por medio y alejarse un tiempo de la rutina, con la finalidad de salvar su matrimonio, ella siente que las relaciones se han estancado y no encuentra el modo de superar la crisis. Se traslada a una cabaña en Cape Cod, a orillas del mar, completamente sola. A partir de ese momento su vida irá al son de las mareas y del lento fluir de las olas. El cambio de ritmo, el sosiego y la reflexión que le sugiere la naturaleza le ayudará a analizar su vida con realismo. Y todo comenzó porque su marido le anunció que tenía que trasladarse a otra ciudad por razones de trabajo, y ella, escuchando a su corazón, captó instintivamente que acompañarlo en esa etapa de su vida no tendría sentido.
Los títulos de cada capítulo hacen referencia al mar: “Marea menguante”, “Aguas revueltas”, “Olas de verdad”, “Mares silenciosos, noches silenciosas”, “Me mantengo a flote” o “Puerto de llegada”. Unas frases bien escogidas y alusivas al tema de autores como T. S. Eliot, Rudyar Kipling o Emerson introducen las nuevas experiencias de la protagonista.
El mar, a veces bravío, le hace concluir “Hay poderosos mensajes en un lugar donde la lucha es más frecuente que la paz, donde la inestabilidad reina y todo lo vivo está sujeto a cambios y tachaduras. Me siento hermanada con este ambiente pues yo también he hecho del cambio un amigo”
La novela simple y sencillamente me encantó. A mi juicio analiza de una manera muy certera la necesidad que tiene el hombre de tener retazos de soledad para poder pensar, distanciarse de los problemas con serenidad y volver de nuevo a ellos, con la mente lúcida. ¡Seguramente Dios me tenía este librito como regalo para unos días de descanso que Él mismo me concedió! Habla de una vuelta a la contemplación de la naturaleza, en este caso el mar, como terapia necesaria parta redescubrir los valores profundos del ser humano y para ofrecer a los que somos creyentes, un espacio para acercarse mucho más a Dios de corazón a corazón. ¡Recomiendo su lectura ampliamente!
Joan Anderson,
"Un año junto al mar",
Ed. B Argentina,
Buenos Aires 2005.
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