Octubre es, junto con las misiones, un mes dedicado al rezo del Santo Rosario y por lo tanto a la Virgen María. El gozo de ser misionero y el amor a María, son cosas que no se dan de la noche a la mañana, son aspectos de la vida cristiana que se van desarrollando porque se han recibido «en semilla» desde el bautismo.
«El Secreto de María», el librito que esta vez les invito a leer, es fruto de un corazón misionero y mariano que se fue forjando, el corazón de Louis-Marie Grignon de Montfort, (Montfort-sur-Meu, 31 de enero de 1673- Saint-Laurent-sur-Sèvre, 28 de abril de 1716), conocido entre nosotros como Luis María Grignon de Montfort.
Desde joven, san Luis fue desarrollando una gran devoción a la Eucaristía y a la Virgen María. Frecuentemente lo encontraban rezando por largo rato frente a una imagen de la Virgen. El 5 de junio de 1700, Luis, de 27 años, fue ordenado sacerdote. Escogió como lema de su vida sacerdotal: «Ser esclavo de María».
Luego de innumerables sacrificios y trabas para ejercer su ministerio —no le concedían ni celebrar la Santa Misa ni confesar— decidió, en el año 1706, recurrir al Santo Padre, en aquel entonces el Papa Clemente XI. El padre Luis quería saber si en verdad estaba errado como todos decían o si cumplía la voluntad de Dios, lo cual era su único deseo. Se logra el encuentro y San Luis recibió del Papa la bendición y el título de Misionero Apostólico.
Durante su vida apostólica como misionero, san Luis María Grignion de Montfort llegará a hacer más de 200 misiones y retiros. Con gran celo misionero y un grandísimo amor a María predicaba de pueblo en pueblo el Evangelio. Su lenguaje era sencillo pero lleno de fuego y amor a Dios. Sus misiones se caracterizaban por una presencia especial de María, ya que siempre promovía el rezo del santo rosario, hacía procesiones y cánticos a la Virgen. Sus exhortaciones movían a los pobres a renovar sus corazones y, poco a poco, a volver a Dios, a los sacramentos y al amor a Cristo Crucificado. San Luis siempre decía que sus mejores amigos eran los pobres, ante quienes abría de par en par su corazón.
Fundó dos congregaciones, Las hermanas de la Sabiduría para mujeres, y la Compañía de María, varones que quisieran ser misioneros. La obra no prosperó durante su vida, en su lecho de muerte parecía haber fracasado. Solo habían cuatro hermanas y dos sacerdotes con unos pocos hermanos pero el gran celo apostólico y la confianza en María, hicieron que después de su partida al cielo las dos congregaciones empezaran a crecer rápidamente.
Para sostenerse espiritualmente, optó siempre por una condición radical de vida formulada como "La santa esclavitud" o la esclavitud voluntaria de amor a la Virgen Santísima para llevarnos a la de Cristo. A ella —decía el santo— le entregamos cuerpo y alma para que haga con nosotros lo que quiera pues todo lo que ella quiere es de Dios. La Virgen, Gestora de Cristo, pasa a ser la que dispone de nosotros.
Este libro que les invito a leer y que era de los predilectos de san Juan Pablo II, trata de una carta escrita por San Luis María Grignion de Montfort (1673) dirigida a una religiosa, donde le expone brevemente este camino espiritual de la Esclavitud de Jesús en María que le serviría de preámbulo a su famoso libro «El Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen María». LOs libros de este gran santo y escritor, son, como dijo el Papa Pío XII, quién lo canonizó: "Libros de enseñanza ardiente, sólida y autentica."
«El Secreto de María» quiere, fundamentalmente, significar que la piedad mariana es una actitud básica del corazón creyente que impregna toda la vida del hombre. La devoción de María es, antes que nada, una vivencia profunda, un camino espiritual y no un cúmulo de prácticas devocionales. Estas prácticas son convenientes y hasta necesarias, pero como expresión de un corazón existencialmente mariano.
El librito es un opúsculo que contiene dos partes, más un suplemento oracional y una conclusión en la que el autor se vale de la alegoría del cultivo de un árbol o planta y cuyo sentido figurado detalla punto por punto. La Parte Primera trata sobre el oficio de María en nuestra salvación y la Parte Segunda expone la verdadera devoción a María, que «consiste en consagrarse totalmente, en calidad de esclavo, a María, y por ella a Jesucristo; y además en hacer todas las cosas con María, en María, por María y para María» (pp. 43-44). Aunque la propuesta es de Grignion de Montfort, él se apoya, para diversos elementos de la misma, en autores como san Ambrosio, san Agustín, san Bernardo y otros.
En esta obra san Luis recalca que, lejos de ser obstáculo para la unión con Dios, María remite totalmente a él, por ser plenamente trasparente a Dios: «nació solo para Dios» y «es el eco admirable de Dios. Dice que cuando se grita: «¡María!», no responde más que «Dios»; y cuando con santa Isabel se la se la saluda bendita, responde glorificando a Dios.
El estilo de este breve texto es vivo, pedagógico, fuertemente parenético. Abundan imágenes bíblicas y otras del mundo agrícola, como la de la manzana o la aludida del árbol. ¡No se arrepentirán de leerlo! Es atrayente desde las primeras palabras seductoras palabras iniciales: «Aquí tienes, alma predestinada, un secreto que me ha enseñado el Altísimo, y que en ningún libro antiguo ni moderno he podido encontrar. Voy a confiártelo con la gracia del Espíritu Santo... No te dejes llevar de ese deseo precipitado y natural de conocer la verdad, di primero devotamente, de rodillas, el Ave Maris Stella y el Veni Creator Spiritus, para pedir a Dios la gracia de entender y saborear este misterio divino".
Luis María Grignion de Montfort,
"El Secreto de María",
Ed. Lumen,
96 páginas.
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