sábado, 22 de julio de 2017

Cápsula Bíblica 2345

En el Antiguo Testamento, la Pascua conmemoraba el paso del ángel exterminador en Egipto. Se celebra entre el 14 y 15 de Nissán (Marzo; casi al final de invierno e inicio de la primavera). Se ofrecían las primicias del rebaño. Se sacrificaba un cordero, que debía ser perfecto, y que era sacrificado por el padre de familia. Con la sangre del cordero eran teñidos los postes y el dintel de la casa. La carne se comía asada, sin romper ningún hueso, de prisa, sin salir de casa. Si sobraba algo, debía ser quemado. Se comía además pan ácimo, es decir, sin levadura, sin aceite ni sal. Se hacía con harina nueva, y así se ofrecía a Dios la primera cosecha agrícola. (Cf. Ex 12,14; Lev 23,4-8; Num 28, 16-25). Para los católicos, nuestra Pascua es Cristo, enviado por el Padre para nuestra salvación.

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