En el año de 1548, se realizó la primera edición de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio en cuyo prólogo se advertía lo siguiente: el libro se imprime no para quienes van a leer los ejercicios, sino para los que van a practicarlos y «sobre todo para los que van a darlos a otros». Aviso preliminar que es ahora también muy oportuno para presentar y comprender este libro que hoy les comparto. Porque éste no es un libro de lectura, sino para hacer ejercicios.
El libro privilegia de modo especial el método con la originalidad de los Ejercicios Ignacianos, que no se halla en la materia propuesta al ejercitante, sino la pedagogía espiritual: un itinerario espiritual que se propone al ejercitante y unas orientaciones sobre el modo de realizar su actividad y sobre la tarea del ejercitador («el que da los ejercicios»). Todo esto es lo que tiene particular relieve y valor en estas páginas. Tiene una serie de indicaciones generales sobre la finalidad de la experiencia espiritual que se propone y también sobre las etapas que hay que recorrer, la forma de estructurarlas, la manera de realizar el acompañamiento espiritual, etc. Además, a lo largo de los distintos momentos del proceso espiritual, se van haciendo otras observaciones muy adaptadas a ellos sobre la oración, el discernimiento, la labor del consiliario, etc.
La adaptación es otra característica importante de este libro. Los ejercicios «se han de aplicar», dice san Ignacio casi al comienzo de su obra. Esta acomodación a la situación real del ejercitante es lo que hará provechosa la experiencia espiritual. Es además el modo más eficaz para conseguir que la riqueza del libro sea asequible y beneficiosa en la vida diaria. La labor de acoplamiento espiritual a quien quiera hacer los ejercicios, permite que éstos se realicen en condiciones de distensión, sin esfuerzo especial. No se den al ejercitante «cosas que no pueda descansadamente llevar», aclara san Ignacio. Este modo adaptado de realizar los ejercicios, sin ningún tipo de tensión o violencia, favorece en gran manera el encuentro con el Padre, con el Dios-Amor, con el Señor de la Paz.
Finalmente, una faceta muy importante del libro es que ofrece una adaptación de los Ejercicios al mundo popular del común de los mortales para llevarlos a un amplísimo círculo de personas, de condición social y cultura muy variadas, que no suelen tener acceso a experiencias espirituales del género de los ejercicios ignacianos: oración personal, retiro y silencio, diálogo espiritual con el consiliario, discernimiento...
Me parece un excelente material para hacer, en casa y en medio del trajín de cada día, la experiencia de los Ejercicios Espirituales.
Francesc Riera i Figueras,
"Ejercicios Espirituales en la Vida Ordinaria",
Ed. Sal Terrae,
Santander 1990,
183 páginas.
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