sábado, 7 de abril de 2012

Cápsula Bíblica 418

La Sagrada Escritura, hablando de Jesucristo, nos dice que "por la gracia de Dios, gustó la muerte para bien de todos" (Hb 2,9). La Biblia nos deja en claro que en su designio de salvación, Dios dispuso que su Hijo no solamente "muriese por nuestros pecados" (1 Co 15,3) sino también que "gustase la muerte", es decir, que conociera el estado de muerte, el estado de separación entre su alma y su cuerpo, durante el tiempo comprendido entre el momento en que él expiró en la Cruz y el momento en que resucitó. Este estado de Cristo muerto es el misterio del sepulcro y del descenso a los infiernos. Es el misterio del Sábado Santo en el que Cristo depositado en la tumba (cf. Jn 19,42) manifiesta el gran reposo sabático de Dios (cf. Hb 4,4-9) después de realizar (cf. Jn 19,30) la salvación de los hombres, que establece en la paz el universo entero (cf. Col 1,18-20). Conviene que en este día leamos y meditemos estos textos.

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