En 1555 fue nombrado sucesor de Orlando di Lasso como maestro de capilla de San Juan de Letrán, donde en 1560 escribió sus Lamentaciones. Al año siguiente pasó con el mismo cargo a Santa María la Mayor.
Palestrina se mostró siempre insatisfecho con las reformas de la liturgia sacra dictadas por el concilio de Trento, las cuales convirtieron en no canónicas a algunas de sus misas y otras obras tempranas, salpicadas de interposiciones profanas ajenas al texto oficial. Por este motivo dimitió de su cargo para pasar al servicio del cardenal Ippolito II d'Este, que mantenía su propia capilla. Finalmente volvió a la dirección de la Cappella Giulia, donde terminó sus días en el cargo creado para él de «Compositor de la Capilla Papal».
De sus 104 Misas, más de 70 están compuestas sobre el cantus firmus de melodías gregorianas. Quizás la mejor de ellas sea la que recomiendo ahora escuchar: la «Missa Papae Marcelli», en la cual realiza una síntesis del estilo de sus predecesores y contemporáneos. De sus motetes son célebres, además de los Improperia, los 29 motetes sobre el texto del Cantar de los Cantares de Salomón.
La "Misa del Papa Marcelo" («Missa Papae Marcelli», por su nombre original en latín) fue compuesta hacia el año 1562. Como el nombre lo dice, es una misa, o sea, una composición musical hecha justamente para ser interpretada durante la Eucaristía, como acompañamiento de la misma. Esta obra en particular, Palestrina la compuso en honor de Marcelo II, Papa de la Iglesia Católica por apenas 22 días, entre el 6 de Abril y el 1 de Mayo de 1555. Se suele pensar en la composición como un reconocimiento a la figura de este Papa y se fija como fecha de composición, un rango que va desde los años 1562 a 1565. A esta obra suele acreditársele el haber salvado la polifonía dentro de la Iglesia Católica (polifonía es la composición en la cual los intérpretes siguen varias líneas melódicas independientes a un mismo tiempo); los prelados de Trento querían prohibirla, en efecto, debido a que las palabras en latín eran casi ininteligibles en muchas de estas obras. Pero Palestrina pudo convencerlos de lo contrario. Esta misa es, en efecto, una de las más célebres y bellas obras polifónicas jamás compuestas. La obra es a capella, o sea, interpretada sólo con la voz humana, sin acompañamiento instrumental.
Me parece, por la grandeza de la composición, una obra maravillosa para celebrar el Domingo de Pascua en el que los cristianos celebramos la gloriosa resurrección de nuestro Señor Jesucristo.
La composición está concebida en su mayor parte para seis voces, que entran en clave imitativa en el Kyrie eleison del comienzo. El Christe eleison trae un inmediato elemento de escritura homofónica al principio, las voces de dos en dos respondiendo a las otras antes de exponer una textura más plena y sigue con el conclusivo Kyrie donde entran en imitación las voces. De entrada, el Kyrie de esta misa, es ya un claro ejemplo del estilo de Palestrina, un estilo transparente donde no se producen saltos difíciles en sus líneas melódicas. La melodía es diatónica, el tempo lento marcando claramente las cadencias y tiene forma ternaria: ABC.
El Gloria es, en general, una obra silábica y a menudo homofónica en su tratamiento del texto. Lo mismo podemos decir del Credo. El Sanctus encuentra espacio para una melismata, o sea varias notas asignadas a una sílaba con un final (Benedictus) a cuatro voces. El Agnus Dei cierra la
composición con un elemento de escritura canónica en el segundo Agnus.
Felices Pascuas a todos, disfrutando de esta música esplendorosa.
Para escuchar el disco. Esta es la portada del que yo he escuchado varias veces:
No hay comentarios.:
Publicar un comentario