Esta semana quisiera acercarme a la música de Johan Julius Christian Sibelius, que fue un compositor finlandés de música sinfónica del siglo XX.
Considerado un excepcional artista en Finlandia, nació el 8 de diciembre de 1865 en Hämeenlinna (en aquel entonces parte del Imperio ruso) y falleció el 20 de septiembre de 1957 en Järvenpää (Finlandia).
Sibelius desempeñó una función determinante entre finales del siglo XIX y principios del XX en la creación de un estilo musical propio dentro del género. Sobre el valor de su obra, el gran compositor húngaro Béla Bartók lo sitúa entre los grandes autores de su época.
Su concepto de sinfonía complementaba al de Gustav Mahler, quien un día le confesó que para él componer era “crear un mundo que debe abrazarlo todo”. En cambio, para Sibelius lo importante era “una lógica profunda que interconectase todos los motivos”. Por esta razón sus sinfonías tienden hacia la austeridad y la compresión de la forma, tendencia que se haría más pronunciada a medida que avanzaban los años.
Para esta semana invito a escuchar dos de sus sinfonías, la número 4 y la número 5, que están, por así decir, a la mitad de su obra y como son contrastantes, se convierten en una muestra importante de su música. Al igual que en Beethoven, el núcleo de la música de Sibelius es la colección de sus siete sinfonías. En cada una de ellas, su autor —que se esforzaba por mantener la estructura formal siguiendo la huella de Brahms— se aproximó a los problemas básicos de forma, tonalidad y arquitectura musical, de una manera individual y única. Su creatividad sinfónica fue novedosa, si bien algunos contemporáneos sintieron que su música debería haber seguido otro camino. Sibelius dio poca importancia a la opinión de los críticos: “No presten atención a lo que dicen”, decía. “Nunca se ha levantado ninguna estatua de uno de ellos”.
La Sinfonía nº 4 fue escrita entre 1910 y 1911 y se estrenó en Helsinki el 3 de abril de 1911 por la Sociedad Filarmónica, con Sibelius en la dirección. Se trata de una partitura complicada que bajo la batuta de Pietari Inkinen se escucha de una manera extraordinaria, logrando una interpretación estupenda, a pesar de que es una obra de carácter sombrío y absolutamente diferente en su carácter a las anteriores obras de Sibelius (un Sibelius con un carácter personal ya cambiado y profundamente afectado por una crisis anímica de alcance enorme). Sus preciosas combinaciones instrumentales, su belleza en la propia simplicidad aparente, su escritura sin excesos o mejor dicho con parquedad, su desarrollo minimalista impregnado de enorme seriedad le confiere la intensidad musical y la belleza sonora sin más.
La Sinfonía n.º 5 en mi bemol mayor, op. 82, es una obra para orquesta en tres movimientos. Aunque Sibelius escribió tres versiones de la sinfonía la más conocida e interpretada actualmente data de 1919 y fue estrenada por el propio compositor y la Orquesta de la Ciudad de Helsinki el 24 de noviembre de 1919.
Sibelius recibió por parte del gobierno finés la comisión de escribir una sinfonía para celebrar su cincuenta aniversario, que fue declarado día de fiesta nacional en Finlandia. El músico completó el encargo en 1915 pero revisó el material en 1916 y de nuevo en 1919. La primera versión fue estrenada por el propio autor con la Orquesta de la ciudad de Helsinki el día de su aniversario, el 8 de diciembre de 1915. La segunda versión, que ha sobrevivido sólo parcialmente, fue estrenada por la Orquesta de Turun Soitannollinen Seura en Turku un año después. La primera grabación de la sinfonía la dirigió Robert Kajanus con la London Symphony Orchestra para el sello HMV en 1932.
El disco que he escuchado es del sello Naxos con la Orquesta Sinfónica de Nueva Zelanda bajo la dirección del finlandés Pietari Inkinen. Pero hay otras grabaciones de estas obras, cada una, sin duda, un trabajo maravilloso que vale la pena escuchar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario