Una de las piezas más hermosas del ciclo sinfónico de Dmitri Shostakovich (1906-1975) es, sin duda alguna, la Sinfonía n.º 7, «Leningrado», en do mayor, op. 60 y la he elegido para escucharla esta semana.
Esta es una sinfonía que fue compuesta en 1941 y está dedicada a la ciudad de Leningrado, que al momento de la composición vivía el asedio por parte de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Fue estrenada el 5 de marzo de 1942 en Kúibyshev bajo la dirección de Samuil Samosud, con un notorio éxito tanto en la Unión Soviética como en el resto del mundo. Desde entonces es quizás una de las sinfonías más conocidas de este compositor.
Según sus propias palabras, Shostakovich quería expresar musicalmente a su país en guerra. Inicialmente cada movimiento tendría un subtítulo que serviría para dar una idea programática de la obra, pero finalmente el compositor desistió de esta idea. Los subtítulos eran: "Guerra", "Memorias", "Los grandes espacios de mi patria", "Victoria".
La sinfonía dura entre 75 y 80 minutos, siendo así la más larga del compositor y su estructura es la convencional para las sinfonías, ya que está dividida en cuatro movimientos:
Allegretto.
Moderato (poco allegretto).
Adagio.
Allegro non troppo.
Se dice que parte del éxito de la obra se debe al estreno de la obra fuera de la Unión Soviética, que tuvo lugar en Nueva York, bajo la dirección de Arturo Toscanini, el 19 de julio de 1942.
Para mí la parte más impresionante es el primer movimiento (Allegretto), de aproximadamente 30 minutos de duración, el cual está escrito en la académica forma sonata. Se inicia con un solemne y esplendoroso tema a cargo de las cuerdas, que es seguido magistralmente por los oboes, para dar paso después al tema secundario, un tranquilo pasaje a cargo de las flautas que transmite un clima de paz y sosiego.
La incorporación de las cuerdas da pie al inicio del desarrollo, —que en esta sinfonía tiene una característica especial— y es conocido como «tema de la invasión». Se trata de una marcha que se inicia con el pizzicato de las cuerdas en pianissimo, para ir in crescendo a medida que se van incorporando nuevos grupos de instrumentos durante las doce veces que se repiten los compases de la marcha, mientras los redobles de la caja acompañan dichas incorporaciones, al estilo del Bolero de Ravel.
A medida que se acercan las secuencias al fortísimo del final del tema, otros instrumentos, en segundo plano, crean sonidos que aportan un fascinante clima que evoca alarmas, bombardeos y ataques aéreos. La escalada sonora desemboca en un caótico y frenético episodio entre la percusión y las cuerdas, para luego pasar a la recapitulación, el la que el tema principal se nos presenta de una forma más sosegada. El movimiento termina con un recuerdo al tema de la invasión tocado por una lejana trompeta sobre el redoble de la caja.
El resto de la sinfonía es hermosa también. Shostakovich compuso el cuarto movimiento en tan sólo tres semanas, pero yo no dejo de insistir en la belleza de la primera parte. ¡Ustedes escuchen y juzguen!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario