martes, 20 de mayo de 2014

Cápsula Bíblica 1187

Para el que no cree, los milagros que se narran en la Biblia solamente pueden cuestionar sus seguridades, pero no necesariamente son una prueba de la existencia de Dios y de hecho los pueden interpretar de diversa manera: como fruto de autosugestión o curación de neurosis, o como cosas inexplicables por unos momentos, pero que pueden explicarse y realizarse por la ciencia algún día. Para creer en los milagros bíblicos, se necesita la fe. Por eso, en los diversos milagros que leemos en los evangelios, Jesús exige la fe para realizar esas señales. Es a partir de la resurrección de Jesús de entre los muertos, que se puede aceptar que Dios intervino en la vida de su Hijo Jesús para manifestar su fuerza y su existencia como Dios por medio de estos hechos extraordinarios que se dieron. Hay milagros de curaciones físicas como el de la ceguera de nacimiento, el de la lepra, los realizados a distancia que, por tanto, no pueden ser fruto de una sugestión. Los milagros en la Biblia, son fruto del amor de Dios para con sus hijos para que el mundo crea.

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