miércoles, 3 de junio de 2015

Cápsula Bíblica 1566

Leer la Sagrada Escritura y disfrutar con su lectura no es difícil. Aunque tampoco es siempre fácil entender bien lo que se lee para sacar provecho de ello. A veces, incluso, uno puede quedar sumido en la perplejidad o lleno de inquietud, por ejemplo ante determinados pasajes que le ha comentado algún miembro de una secta (no, por cierto, porque éstos sepan leerla bien, sino porque la manejan con mayor frecuencia que muchos católicos). En cambio, cuando se lee la Biblia con una cierta preparación, se puede entender bien su mensaje y entonces se abre ante los ojos un panorama de deslumbrante belleza y de gran utilidad práctica. Pero hay que saber hacerlo. Y para eso no se puede prescindir de unos puntos de referencia que sirvan de orientación.

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