miércoles, 10 de mayo de 2017

Cápsula Bíblica 2271

La Sagrada Escritura nos enseña que el pecado es pretensión de hacernos dioses a nosotros mismos, olvidándonos de nuestra situación de criatura, como los que quisieron construir la Torre de Babel (cf Gn 11). El pecado es buscar la propia autonomía en clave de independencia, como endiosamiento de las propias apetencias, deseos y realizaciones. Es querer realizarnos a nosotros mismos, en virtud de nuestra técnica y esfuerzo, al margen de Dios. Es querer dominar incluso a Dios, para usurparle su lugar y rechazar el Plan que Él tenía para el hombre. Es querer levantar un monumento, donde dar culto idolátrico al egoísmo, al placer, a la libertad, a la moda. Dios, ante tan grande soberbia e insolencia, intervino con severidad. Pero, no olvidemos, el castigo del pecado lo escogemos nosotros. Cf. Rm 5, 12-21.

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