Henryk Górecki (1933-2010) es un compositor contemporáneo polaco de los más reconocidos en la actualidad. Górecki nos ha dejado una vasta herencia muy valiosa en cuanto a música clásica contemporánea en la que se destaca la amplia combinación de recursos actuales con alguno que otro instrumento «resucitado» como el clavecín.
La reina de Francia María Antonieta (1755-1793), dijo una vez: «No hay nada nuevo en el mundo, solo aquello que hemos olvidado» y eso es, precisamente, lo que ha sucedido con el clavecín, un instrumento perdido en la evolución hace más de doscientos años que ha sido desenterrado del olvido pero que es muy difícil de utilizar.
Este concierto para clavecín y orquesta fue escrito por Górecki, después de una petición que la Radio Polaca y Televisión le hicieron para componer una pieza. Este trabajo es un homenaje a Wanda Landowska , clavecinista polaca para quien Manuel de Falla también había compuesto una pieza. Consta de dos movimientos que van unidos: Allegro molto (4'40") y Vivace marcatissimo (4'15"). La ejecución de la magistral pieza dura alrededor de 9 minutos. Dado que a veces es complicado un clavecín «resucitado» hay una versión para piano. Y es que, además, hay un problema con el clavecín; es que, al igual que la guitarra, su sonido no puede competir con el de una orquesta sinfónica o que se opte por un concierto de cámara con orquesta reducida. Aún así hay no siempre se logra escuchar con claridad el clavecín y entonces la interpretación desluce. Esta es una de las piezas modernas de este instrumento que conoce el más éxito, especialmente por haber sido elegido por la coreógrafa Lucinda Childs en 1993 para su obra de danza contemporánea llamada: Concierto.
La obra, como todas las de Górekci, es un tanto especial. Estamos muy acostumbrados a la música que no se sale del mismo patrón y este compositor, definitivamente... ¡lo rompe! No es fácil aceptar que todo sonido, en tanto sea audible, puede registrarse como una nota musical y, en ese sentido, puede decirse que todo lo que suena es música. El clavecín, o clavicémbalo, está acompañado por una pequeña orquesta de cuerdas. Si la parte solista se toca en piano, las cuerdas se expanden para compensar. El primer movimiento consiste en una melodía larga y lenta en las cuerdas en octavas, adornada por la figuración continua en la parte solista. Cada nueva frase se señala por un florecimiento creciente en el teclado, y la melodía y los patrones obbligato característica de mucha repetición. La música se mantiene en el modo eólico (menor) hasta que se interrumpe una sección intermedia contrastante. En ese momento, la figuración del teclado cambia a un patrón más cromático, creando una tensión de oposición con las cuerdas, que se desplazan a tercios armonizados, un modo secundario. El retorno al material original lleva el movimiento hasta el final; Las frases eventualmente se fracturan bastante, finalmente desembarcando en una tríada mayor sostenida para terminar.
El pulso es un elemento esencial en esta obra de Gorecki: los atrilistas acompañantes, deben sostenerlo en forma regular con exactísima precisión, pues la obra está escrita sobre un ritmo uniforme de pronunciado nerviosismo. Notas repetidas —muy cortas— a gran velocidad, tipifican y sirven de impulso a los dos movimientos que integran la partitura, caracterizados por una vitalidad banal y un glamour de utilería, animados de manera compulsiva por una fuerza motriz inclemente en complicidad con modulaciones obvias dignas de un manual de ejercicios elementales.
Esta versión que comparto me parece más que excelente, y en seguida, les dejo la versión para piano.
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