domingo, 30 de septiembre de 2018

La «Sinfonía Militar»... La n.º 100 de Haydn

La Sinfonía n.º 100 en sol mayor, Hoboken I/100, es la octava de la serie de doce sinfonías tituladas Sinfonías de Londres, que comprende de los números 93 hasta el 104 —que ya comenté aquí en el blog—)compuesta por Joseph Haydn (1732-1809). Se completó en 1793 o 1794 como parte de la serie de sinfonías compuestas en su primer viaje a Londres. Se conoce popularmente como la «Sinfonía Militar». Ese subtítulo de «Militar», deriva del segundo movimiento, que presenta remarcables fanfarrias para trompetas en do y efectos de percusión.

Si hay una ciudad donde el prolífico Haydn haya tenido una aceptación más que positiva y fructífera, ha sido, sin duda alguna Londres. La capital inglesa conoció la música de este compositor desde 1765 a través de sus cuartetos de cuerda. Pero en 1790, cuando realizó su primer viaje a la ciudad para dar a conocer sus sinfonías obtuvo un éxito sin precedentes en toda su carrera, lo que hizo inevitable una segunda visita que alargaría de febrero de 1794 a julio de 1795. Durante estas dos estancias, influido por todos los honores y fama de su estancia en Londres crea el ciclo de sinfonías «Londres», con un total de 12 sinfonías, que pueden considerarse la culminación de su composición orquestal.

La «Sinfonía Militar» fue compuesta durante su segunda estancia londinense, a lo largo de 1794. Esta fue la pieza orquestal más famosa de Haydn durante aquellos años debido a ese excepcional segundo movimiento que le da el nombre. Para crearlo, el compositor recicló música de un movimiento de una obra precedente: el Concierto para dos liras organizzate Hob VIIh/3 (1786), que escribió para Fernando IV, rey de Nápoles. En cuya sección central, dentro de una forma lied (A-B-A), Haydn introduce un set de percusión —denominada «turca» en aquella época— compuesta por platillos, triángulo y bombo, además de conferir gran importancia a la sección de metales. Esta sonoridad fue tomada por el público desde un sentido militarizado, como un canto en contra de la Francia revolucionaria, con la que Reino Unido estaba en guerra en aquel entonces.

La construcción formal de esta obra se ciñe al estándar de la sinfonías en cuatro movimientos desarrollado por Haydn. Sin embargo, no nos deja de sorprender a lo largo de ella. El primer movimiento es introducido por un Adagio pesante en un registro grave, que le confiere una oscuridad que contrasta con la exposición del tema del Allegro posterior, por flautas y oboes, con un registro brillante para cada uno de ellos. Con este recurso Haydn nos lleva a través de un movimiento convencional de forma sonata, pero lleno de novedades auditivas. El segundo movimiento sorprende por no ser el lento, sino un Allegretto, que influye en que el Minuet del tercero sea ralentizado. El Finale, con una forma Rondó-Sonata, es tan rico y sorprendente como el Allegretto, ya que introduce todas las novedades de éste, pero, además, nos enfrenta a contrastes bruscos de densidad, dinámica y tímbrica que crean una gran novedad dentro del estilo de la época. Con esta sinfonía, Haydn nos regala una música elegante llena de una inventiva tímbrica, melódica, armónica y formal, que muestra la creatividad y técnica propias de un genio de la música que, hoy en día, sigue siendo un referente en la búsqueda de soluciones formales y tímbricas dentro de la música orquestal. ¡Gocen escuchándola!

Hoy de manera especial quiero dedicar esta entrada a la memoria de mi querido padrino de Ordenación Diaconal (junto con Mons. Margarito Salazar) el padre Alejandro Ostos. Amigo de muchos años, un hombre muy culto, un gran filósofo y amante del arte del que mucho aprendí y con el que compartí el gusto por la música y los libros en mis años de seminario, un sacerdote del que mucho aprendí... un hombre de Dios que ha terminado su camino aquí en la tierra con muchos años de calvario en sus últimos tiempos en la tierra. Descanse en paz mi padrino el padre Alejandro Ostos.

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