Además de interpretar el repertorio normal de conciertos, Bell ha tocado obras nuevas -Nicholas Maw le dedicó su concierto de violín, el cual Bell estrenó en 1993. Interpretó la parte solista de la banda sonora escrita por John Corigliano para el filme "El Violín Rojo" película por la que recibió un Oscar a la mejor banda sonora. También toca música de cámara. Actualmente tiene un violín Stradivarius de 1713 llamado el Gibson ex Huberman dado a que antes le perteneció al violinista Bronislaw Huberman.
Para esta semana quiero recomendar su disco: "The Essential" que nos deja un sabor muy completo de la música que interpreta Bell con sus prodigiosos dedos de violinista y que abarca la música culta de ayer y de hoy. Lo hago porque me encanta escucharlo pero, además, al acercarse la Navidad, pienso en un hecho de la vida de Joshua Bell que me ayuda mucho a pensar en la venida de Jesús nuestro Salvador y que ahora comparto con ustedes mis 3 lectores.
Un día una mañana fría de enero del 2007, en una de las estaciones del metro en Washington D.C., este hombre con su violín en las manos, —nada menos que su Stradivarius valorado aproximadamente en 3.5 millones de dólares—, tocó seis piezas musicales de Bach, por alrededor de 45 minutos. Durante ese tiempo aproximadamente unas 2,000 personas pasaron por la estación del tren, la mayoría de ellas en camino hacia el trabajo. Después de tres minutos, un hombre de edad media notó que había un músico tocando. Se detuvo a escuchar por unos cuantos segundos y después se apresuró a su cita con el destino. 4 minutos más tarde el violinista recibió su primer dólar: una mujer le tiró dinero en el sombrero que estaba en el piso y continuó caminando sin detenerse. 6 minutos más tarde un joven se detuvo y se recostó en la pared para escucharlo, después miró su reloj y empezó a caminar de nuevo. A los diez minutos un pequeño niño de tres años de edad se detuvo pero su madre empezó a jalarlo y lo motivó a caminar y a apresurarse. El niño continuó, pero de vez en cuando volteaba la cabeza para mirar. La misma acción fue repetida por varios otros niños. Todos los padres, sin excepción, forzaron a sus niños a moverse rápidamente. 45 minutos más tarde el músico tocaba continuamente. Solamente seis personas se detuvieron y lo escucharon por muy poco tiempo. Alrededor de 20 personas le dieron dinero sin detenerse a escuchar. En total el hombre recolectó 32 dólares. Una hora más tarde Joshua terminó de tocar su violín y el silencio se apoderó de todo. Nadie lo notó. Nadie aplaudió, no hubo ningún reconocimiento.
Nadie sabía que aquel violinista era Joshua Bell, uno de los músicos más grandes en todo el mundo. Joshua tocó algunas de las piezas musicales más intrincadas jamás escritas. Dos días antes el violinista había tocado en un teatro de Boston a casa llena, donde los asientos se vendieron con un promedio de unos $100 euros. La historia, —como la del nacimiento de Cristo— es verdadera. Joshua Bell tocando de incógnito en la estación del tren fue un evento organizado por el periódico Washington Post como parte de un experimento social, acerca de la percepción, el gusto y las prioridades humanas. Igual que en tiempos de Cristo, vino a los suyos y los suyos no lo recibieron. ¿Por qué será que el mundo es así? Aún no reconoce la belleza, aún no reconoce tampoco al Salvador.
Les dejo una muestra del talento de este maravilloso violinista, sobre todo para que lo puedan reconocer si alguna vez lo ven tocando en el metro.
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